Guayaba, la fruta de arena

Este fruto tiene una corteza delgada, de color verde pálido o amarillento en la etapa madura, rosa o rojo en otras –según la especie– pulpa blanca cremosa o rosada y fuerte aroma característico con muchas pequeñas semillas; de ahí su nombre aborígen.

Guayaba significa “fruta de arena” y resulta una fuente natural de vitaminas, como A, B y C, también es rica en carbohidratos, sales minerales, fósforo y calcio. Aporta notables beneficios nutritivos por ser ácida, buena, inclusive, para bajar el colesterol malo. En conjunto, un antiescorbútico natural, bienvenido a bordo de los antiguos veleros donde se consumía en forma de jaleas, cascos, mermeladas y jugos.

Al decidir su reproducción, debe tenerse en cuenta que esta planta responde bien a una amplia gama de suelos, aunque se desarrolla mejor si son profundos, fértiles y bien drenados. La distancia entre plantas va de cinco por dos metros a 4,5 por 1,5 metros. Y debe aplicársele bastante materia orgánica para producciones abundantes.

Aunque el guayabo es resistente a la sequía, se logran hasta dos cosechas al año en zonas climáticas con precipitación adecuada. Un cultivo, por tanto, que mucho agradece se le mantenga la humedad por riego –de ser posible– durante todo el ciclo productivo.

En esta especie la poda es vital, atención cultural que no debemos descuidar porque la producción se logra en gajos nuevos. Mejor si no estuvieron sometidos a vientos fuertes, estos perjudican al follaje, la floración y los frutos en crecimiento.

La cosecha comienza cuando los frutos inician el cambio de color a verde amarillento, y su recolecta debe ser dos o tres veces por semana.

Para terminar tres detalles. Los injertos con pera, producen la famosa guayaba-pera, de mayor tamaño, cáscara más gruesa y color verde, con pulpa amarillenta y más dura, aunque el sabor no varía. Otra es que solo en el occidente de Cuba, en tierra pinareña y pinera, crece silvestre un tipo menudo, científicamente conocida como Psidium salutare; en otras palabras, la célebre Guayabita del Pinar. Allá cuenta más de cien años de emplearse para saborizar “una bebida única de su tipo en el mundo”, según Ecured.

Y la última: la guayaba, cotorrera o no, es una de las pocas frutas tropicales que pueden cultivarse en macetas y dan frutos en casa.

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