Esta mujer es culta, inteligente, una comunicadora por excelencia, que con la elocuencia de su palabra propicia que todos la entiendan.
Ella enamora, suma a mucha gente porque sabe ponerse en el lugar de los demás y tocar la fibra más íntima del sentimiento humano; lo hace con la naturalidad con que trata a sus amigas y allegados.
El diálogo seductor de la Doctora en Ciencias Pedagógicas Clara Moya Duany en su casa en Micro 70 complace y deviene en clase magistral, sobre todo si el tema versa acerca de la nueva Carta Magna, aprobada por unanimidad por los diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
“No es hacer solo lo que se ama, sino amar lo que se hace, es el principio que rige la preparación del Referendo Popular, para la ratificación de la nueva Constitución, que finalizará en las urnas el próximo 24 de febrero con un rotundo: Voto, Sí, por Cuba.
“Una mirada retrospectiva transporta a otros procesos constitucionales desde la República en Armas hasta el presente, pero el que nos ocupa marca la diferencia pues sin desconocer los anteriores, hoy el pueblo cubano protagoniza un salto con garrocha hacia una etapa superior del desempeño ciudadano.
“La madurez económica, política, ideológica y social alcanzadas por la Revolución redibuja hitos importantes en los cuales debemos detenernos a pensar, en tanto que este momento histórico es la estrella polar que orienta hacia el futuro.
“Luego de un estudio profundo individual y colectivo de la Ley de Leyes considero un privilegio poder ser parte de una nueva expresión de lucha en defensa de nuestras conquistas.
“Ha sido interesante participar en los foros-debates barriales, en las conversaciones informales, en las formas diferentes de libre expresión a favor o en contra de algunos artículos controvertidos e inteligentemente plasmados en el texto final de la Ley Fundamental.
“En la medida que transcurría el proceso de reflexión pude ir esclareciendo mis propios criterios no en defensa de mi visión personal del asunto tratado, sino de lo más beneficioso para el progreso del país.
“Desde la observación participativa realizada emerge cómo las personas se empoderan del documento constitucional y cada discusión es una lección de moral y cívica no como letra muerta, sino desde una cátedra donde todo ciudadano es sujeto y objeto histórico definitorio para que la Ley Suprema de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre, parafraseando a José Martí”.
Apasionada con su proyecto oncopediátrico Casita de Chocolate, que ya alcanza un lustro, manifiesta sus razones para ir a las urnas.
“Ejerceré el voto para que los niños enfermos de cáncer sigan recibiendo educación en centros escolares o con maestros ambulatorios atendiendo a sus necesidades educativas especiales como miembros de una nación de mujeres y hombres de ciencia, expresión del invicto Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
“Votaré porque los campesinos pineros miembros de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños puedan seguir haciendo vigente el ideario martiano al sembrar en la tierra y en las almas de los infantes del Proyecto Oncopediátrico Casita de Chocolate, para que ellos sean capaces de dibujar su ciudad.
“Lo haré por la excelencia del trabajo comunitario integrado, método y estilo de los Órganos de Gobierno de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
“Por la equiparación de oportunidades que hace posible a personas de la tercera edad el disfrute de una vejez en plenitud compartida, votaré, al igual que por los derechos de niñas como Lisdania que al ver en su hogar a la abuelita Clara cargada de alegría, dijo estregándose los ojos: ´¿Eres tú, me parece que estoy soñando?´” .
