¡Esto es Girón, señores!…

Foto: Karelia Álvarez Rosell

Su pelo encanecido, sus inquietas manos, la tez con marcas por el paso de los años y ese orgullo de fiel patriota que le brota del alma me desprenden los recuerdos, aquellos que mantengo bien nítidos en mi memoria acerca de ese capitán Moja’o, mi padre, que por esta fecha me hubiese encantado escucharlo rememorar la hazaña de valerosos jóvenes en la epopeya de Playa Girón.

Uno de ellos fue Héctor Nile Olaguibel, con quien converso en la sala de su casa, ahora con 78 años y una serie de achaques con las cuales batalla día a día como si fuera otro de sus combates; de hecho, al llegar hacía su rutina de ejercicios.

Bastó hacer alusión al propósito de mi visita para que apelara a su memoria, esa que todavía no borra a su natal Holguín, el traslado hacia La Habana, el arribo a Isla de Pinos en el año ’67 para apoyar el desarrollo agrícola hasta que una patada de una vaca fue el detonante para darle un viraje a su vida laboral.

Fue así como algunos todavía lo recuerdan en la fábrica de refrescos, en la Central de Trabajadores de Cuba como secretario de organización laboral y salarios, y en el polo turístico Cayo Largo del Sur, donde se jubiló.

Pero sus ojos humedecen, el lenguaje en ocasiones se le torna tropeloso y el pecho agiganta cuando habla de la primera derrota propinada al imperialismo en América, a la cual contribuyó con apenas 17 años en las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Nos movilizaron, pero yo no sabía que iba para Girón, como cargamos hasta con ollas pensaba en alguna operación de maniobra cerca de Guanabo; para nosotros el ejército se ocuparía de enfrentarse con el enemigo.

Muchos especulaban; nos convencimos cuando la guagua donde íbamos cogió Vía Blanca y ahí dije: ¡Esto es Girón, señores! De inmediato se armó tremenda algarabía y comenzamos a cantar la marcha del 26 de Julio una y otra vez.

En la mañana parqueamos entre los cañaverales cercanos al central Australia, teníamos pistas de la penetración de aviones; ahí estuvimos como hasta las doce del mediodía cuando llegó la orden de que tomaríamos a Playa Larga y arrancamos para allá.

Por el camino sentíamos el olor a pólvora debido a los combates efectuados por la zona y cuando yo vi la cantidad de guaguas, camiones, dije: ‘Se acabó el mundo aquí’. Luego conocimos que Fidel pretendía realizar una emboscada desde Playa Larga hasta Girón.

Nos dieron informaciones y orientaciones precisas. En un primer momento pensé que íbamos a ir caminando, de ser así nos íbamos a reventar porque eran unos 32 kilómetros, pero seguimos en las guaguas hasta llegar a Punta Perdiz, en Matanzas.

Cuando entramos ahí, ¡muchacha!, se aparecieron tres aviones y aquello fue tremendo, nos tiramos rápido y abrimos fuego. Mi fusil a esa hora no quería disparar, las balas picando cerca y la arena cayéndome encima; comienzo a gritar hasta que un compañero me recomienda revisar el arma porque a lo mejor se le había trancado  el seguro, eso mismo era… me incorporé al combate.

¿Si sentí miedo?, claro que sí, pero debíamos tratar de controlarlo. En la madrugada seguimos hasta llegar a Girón, donde hicimos frente. Ahí recuerdo que murió el compañero Carbó, luego quisimos avanzar y no se pudo.

A mí me eligieron mensajero del Batallón 123. Pudimos avanzar y tuvimos otros enfrentamientos, donde también perdimos otros soldados. Fue difícil. Llegó un momento en que nos avisan de la retirada de las lanchas enemigas; se rindieron, a Fidel lo vimos en el tanque, nosotros habíamos alcanzado la victoria.

Muchos de los que protagonizamos esta batalla éramos muchachos y por estos días cuando veo a los jóvenes de ahora en su propio combate: batallando contra el virus, llevando comida a los vulnerables o a quienes están en zonas en cuarentena, produciendo alimentos, repudiando las acciones enemigas o inventando vacunas, me llenan de orgullo, ese es su Girón.

Nuestra juventud era fuerte, la de hoy también lo es, cada una en su tiempo. Oye, ya son 60 años ahí, frente a las narices del imperio resistiendo y venciendo. No hemos podido tumbar el bloqueo, pero ese en algún momento cae, el mundo nos apoya y los jóvenes están echando pa’lante, defendiendo su Revolución.

Los 60 años de aquella victoria llegan con la celebración del Octavo Congreso del Partido. Recuerdo que cuando se celebró el Primero cumplía misión internacionalista en Angola, haciendo valer la frase martiana: Patria es Humanidad y respondiendo al llamado de Fidel, quien ahora no está; sin embargo, quedan sus lecciones revolucionarias y dirigentes continuadores, quienes conducen muy bien al país en circunstancias complejas.

Este Congreso será el escenario propicio para el reconocimiento al pueblo, sobre todo a los científicos, para ratificar nuestros principios, el compromiso con la Patria y Fidel. Para mí será otro Girón, adonde fuimos con la fe en la victoria.

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Playa Girón
Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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