Esa fuerza estudiantil que «late» en toda Cuba

Foto: Tomada de Facebook

Si nuestras calles vuelven a ser por estos días bullicio de gente que va y viene, fiesta multicolor de los pequeños que retornan al reencuentro con el pizarrón, y esperanza de un país que apuesta por una nueva normalidad es, en buena medida, porque en la «proa» de ese empeño colectivo han estado, con su fuerza descomunal, los estudiantes cubanos.

En ellos la Isla ha encontrado un arsenal invaluable de amor y de entrega. Los ejemplos «laten» en cualquier rincón del archipiélago donde han plantado bandera con su voluntad genuina de fundar y crear, de ser útiles, y de hacerle frente –con guiños de valentía y desenfado juvenil– a un enemigo sin rostro como la COVID-19.

Si se ha dicho muchas veces que son orgullo de la Patria es porque sobran las razones para afirmarlo y no es consigna vacía. Con esos muchachos y muchachas contó la nación cuando las aulas cerraron para resguardar la salud en casa, y muchos, sin convocatoria alguna, se fueron a los centros de aislamiento a hacer del apoyo al personal médico una faena digna y meritoria.

Con esos bisoños se le ganó la batalla a la soledad de ancianos y vulnerables necesitados de una mano solidaria que les acercara los alimentos y medicinas hasta su hogar.

Con la participación de muchos de esos jovencitos, en especial los estudiantes de las Ciencias Médicas, se fundó la más activa de las brigadas que, barrio a barrio y familia a familia, protagonizara las pesquisas de salud. Con esa misma generación, más grande por sus acciones, que por su edad, también se abrieron surcos nuevos para hacer parir la tierra.

Es por ello que este 17 de noviembre toda Cuba está de fiesta con sus estudiantes. Su alegría y su empuje contagiosos bastan para no dejar de soñar.

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