Epopeyas de hermosa intrepidez

En vez de cinco, son siete días de travesía del yate Granma desde su salida de México por el río Tuxpan, el 25 de noviembre de 1956, hasta que la nave pierde el rumbo y encalla en el manglar Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas, el dos de diciembre.

Motivo de atraso es la caída al mar del revolucionario Roberto Roque por el mal tiempo y aunque la oscuridad de la noche impide hallarlo enseguida, el joven líder ordena continuar la búsqueda hasta rescatarlo vivo.

Los 82 expedicionarios, bajo el mando de Fidel Castro Ruz, abandonan la embarcación inmovilizada, llegan a tierra cubana por un terreno cenagoso, dejan parte del equipamiento durante la marcha, mientras los vigila la aviación y los persigue el ejército del dictador Fulgencio Batista.

Había fallado el plan táctico basado, en su esencia,  en la simultaneidad del desembarco con el Levantamiento Armando en Santiago de Cuba el 30 de noviembre, para desviar la atención de las fuerzas de la tiranía, neutralizarlas, acopiar las armas y facilitar que un grupo de hombres entrenados militarmente suban a la Sierra Maestra y reinicien  la lucha armada contra  el régimen espurio instalado en el poder.

Guiados por Frank País García,  jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, aquel amanecer imberbes combatientes exhiben por primera vez el uniforme verde olivo y el brazalete rojo y negro, mientras que a su paso gritan:¡Abajo Batista! ¡Viva Cuba libre!

Hacen estallar la metralla en Santiago y pelean para cercar el cuartel Moncada, asaltar la Policía Marítima, tomar una base de ómnibus, una ferretería y la Estación de Policía de la Loma del Intendente, entre ellos tienen  un gran protagonismo Pepito Tey, Tony Alomá  y  Otto Parellada, cuyas vidas segaron las balas enemigas ese viernes 30 de noviembre, al recibir refuerzo las fuerzas de la tiranía y multiplicar su superioridad en hombres y armas, sin que ocurriera el desembarco como se esperaba.

Aunque el  levantamiento no cumplió su propósito, entre otras causas, debido a las dificultades presentadas por el yate Granma en su trayecto, sí estremeció al régimen y llenó de esperanza a los más humildes.

Tanto el desembarco como la insurrección armada ayudaron a la gestación, triunfo y consolidación de la Primera Revolución Socialista de América, siendo el más grande homenaje a los mártires el haber conquistado la victoria, al decir del destacado intelectual y político cubano  Armando Hart Dávalos.

 

 

 

 

Otros artículos del autor:

Historia Otras de la Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *