El verdadero rostro de nuestros días: Internet y las redes sociales

Denys Ramos, Daysi Granados y María Luisa Jiménez durante la grabación de la telenovela El rostro de los días. Foto: Cubasí.

“Yo veo la novela para entender los memes,” comentaba Disamis, una de mis colegas en uno de los cientos y cientos de memes que circulan por las redes a diario en torno a los personajes y tramas del dramatizado cubano El rostro de los días. Lo cierto es que lunes, miércoles y viernes justo después de los aplausos son pocos los que no corren al sofá para ver el capítulo correspondiente y después, al ritmo de “Mírame madre…”, prenden los datos para reír, comentar, debatir e incluso elogiar los intentos de trasgredir (a veces fallidos) por parte de los guionistas ciertos temas pocos tratados en la pequeña pantalla.

Existen grupos de discusión en Messenger, WhatsApp y Telegram. Los memes y videos satíricos inundan todas las plataformas. En Facebook se ha vuelto tendencia publicar en tu muro de forma sintética lo que más te llamó la atención del capítulo. El contexto de la pandemia mundial de la COVID-19 y la aislante (pero salvadora) dinámica de “la nueva normalidad” ha obligado a los individuos a emigrar aún más hacia la vida en red. Ello, sumado a la inventiva y al buen humor criollo, ha propiciado un boom! de la sátira digital autóctona.

Los usuarios nacionales estén en un tránsito del empleo potencial del Internet y las redes sociales puramente para la mensajería y la publicación de experiencias (díganse videos y fotos) hacia una apropiación más completa de sus lenguajes, herramientas y posibilidades.

El rostro… ha devenido, sin lugar a dudas, un hito en el escenario nacional puesto que ha demostrado la madurez de los internautas cubanos como consumidores activos y críticos de los productos audiovisuales que consumen, su capacidad de emplear las redes sociales y sus herramientas para dar a conocer sus impresiones, sino también para crear contenidos propios que expanden el universo narrativo de la telenovela.

Sería oportuno, entonces, preguntarnos si estamos en la antesala del fenómeno del consumo y producción multiplataforma en Cuba.

Todos consumimos, todos nos expresamos, todos publicamos…

El progresivo salto de lo analógico a lo digital, así como la reconfiguración del escenario mediático que ha supuesto el ascenso de Internet y las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s), ha traído consigo nuevas formas de hacer, decir y conectar con la audiencia.

El consumo y producción multiplataforma constituye un campo de estudio en desarrollo. Los investigadores del ámbito lo denominan de diferentes formas de acuerdo al enfoque y objetivo de su investigación: medios híbridos, crossmedia, narrativas transmedia, etcétera. El punto en común de estos términos es que surgen a raíz de la cultura de la convergencia donde, —como expresa el autor norteamericano Henry Jenkins—, conviven los viejos y los nuevos media, donde se borran los límites entre lenguajes, formas y roles. Son productos que emplean el relato como base en la producción de contenidos más dinámicos y participativos ya que la comunicación es multidireccional. Todos escuchamos, todos nos expresamos.

Por lo general son historias que dado el impacto que tienen en el público trascienden su formato de origen para así alcanzar un mayor número de audiencia y expandir la experiencia. No se puede perder de vista que la difusión multiplataforma de los relatos por parte de las industrias culturales y del entretenimiento se rige por la égida del mercado: mientras mayor número de personas se alcance, más se vende.

Ejemplos de grandes narrativas transmedia son The Matrix, Harry Potter, Juego de Tronos, el universo de súper héroes de Marvel, El Señor de los Anillos, entre muchos otros; estas mega sagas nacieron indistintamente de cómics, libros, y videojuegos y fueron expendidos por la industria del entretenimiento a nuevos formatos.

La audiencia ha tenido la capacidad histórica (desde los tiempos de la era televisiva) de presionar, influir e incluso decidir el curso de los productos audiovisuales que consumen. Hoy en día, su papel activo es fundamental y la creación de contenidos generados por los propios usuarios (parodias, recaps, falsos tráileres, finales alternativos y el desarrollo de espacios interactivos para albergarlos) pueden interpretarse como indicadores del éxito o no de estas propuestas.

El rostro de los días, un hito más allá de la novela

En Cuba, donde el entretenimiento del pueblo y la cultura, hace más de medio siglo no responden a fines económicos ni eminentemente comerciales, se han dado pasos hacia una cultura en red en correspondencia a las nuevas formas de consumo, la concepción de productos más completos y la relación cada vez más recíproca entre productores y el público. A raíz del proceso de informatización de la sociedad y la apertura de Internet en los últimos años, comienzan a concretarse las condiciones infraestructurales para emprender proyectos interactivos con estas características. Se denota aceleradamente en el usuario nacional el solapamiento del “time gap” tecnológico a causa de las limitaciones de conectividad provocadas por el Bloqueo.

Existen algunos ejemplos de producción transmedia y crossmedia en la Isla como WIFIVE y Proyecto Ecos, Voces de la Sierra, ambos pertenecientes a la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños; aunque posiblemente nuestro primer referente histórico de lo transmedia sea el irreverente mambí Elpidio Valdés dada “la pluralidad de lenguajes en las que se cuentan sus historias desde películas, cómics, parques temáticos, merchandising, cada uno de los cuales enriquece el universo narrativo sobre el que se desarrolla el popular personaje,” explica la estudiante de quinto año de Periodismo, Mabel Sánchez, en su tesis de licenciatura. Asimismo, expone que otros intentos de crossmedia en la televisión cubana más recientes son Pasaje a lo desconocido, Lucas y La Neurona Intranquila.

También desde los medios de comunicación públicos se denota un esfuerzo por asumir las nuevas dinámicas multiplataformas como es el caso de la Revista Alma Mater, que además de su página web (espacio principal) tiene presencia en Facebook, Instagram, YouTube y Telegram.

¡Ojo! Lo importante no es la cantidad de redes sociales a abarcar sino la capacidad de emplear sus lenguajes y herramientas en pos de productos comunicativos más completos y, sobre todo, de construir un diálogo permanente con lectores, suscriptores, seguidores… la audiencia. Si hablamos de integralidad en cuanto a creación de contenidos, presencia e innovación en el espacio digital y fuera de este, y pionero desde los tiempos de la web 2.0, hay que obligatoriamente mencionar a Cubadebate y su binomio televisivo, Mesa Redonda.

Pensar en transmedia desde lo institucional constituye, entonces, el siguiente paso lógico en cuanto a la concepción de productos comunicativos y a la relación e interacción con las audiencias. Más allá del oportuno debate y cuestionamiento en torno a los temas de género, la necesaria denuncia al abuso sexual, la promulgación de la paternidad y maternidad responsables, sin dejar fuera el azul, la locura de Mercedes, la aparición del fantasma de Niurka, el robo de los percheros de Irma, las cortinas musicales… y las tantas y tantas delicias que nos hacen las noches de lunes, miércoles y viernes, no cabe dudas que El rostro de los días ha supuesto un hito en el escenario digital en nuestro país.

Probablemente no era el tipo de acogida esperada por los realizadores de la novela. Lo que debe constituir un llamado de atención hacia el escenario dónde hoy en día se liberan las verdaderas batallas de legitimación o no de un producto: Internet y las redes sociales.

Ese, señores, es el verdadero rostro de nuestros días.

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