El Sol de mayo y el hombre que burla la muerte

Foto: Archivo

Suele asociarse mayo sólo con la caída en combate de José Martí, y casi nunca con las armas con que se burló de la muerte, de la cual dijo que no era verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida y la asoció con raíz, simiente, futuro.

Con esa plena confianza en el porvenir él nos acompaña en este momento excepcional de la Patria frente una pandemia sin precedentes en que a 125 años de su caída nos convoca a cada uno a hacer su parte del deber “y nada podrá vencernos” y nos recuerda que “ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”.

“Ha de ser limpia la casa, y la conducta” es otra de sus elocuentes frases que nos guían a cultivar a la par de la higiene y sanidad pública, la honradez, ética y honestidad en una lucha que no se limita a la salud, sino también a la fortaleza espiritual y moral contra las indisciplinas sociales, egoísmos y otras decadentes conductas que dañan más a la sociedad que los peligrosos virus.

A lo más conocido de su quehacer en mayo abundan los desvelos por afianzar ese símbolo de vida que le inspira el mes de las flores y lluvia fresca, entre cuyos acontecimiento sobresale su artículo –en 1891– La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, donde denuncia los objetivos ocultos del convite y los peligros del plan estadounidense.

Hoy se hace más necesario su llamado entonces: “Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América […] La unión, con el mundo, y no con una parte de él; no con una parte de él, contra otra”.

Hoy, cuando se agudiza la crisis del neoliberalismo, el injusto orden imperialista condena a muerte a millones de personas en el mundo y el comercio mundial reduce las posibilidades de importación para los países, asombra la profundidad y previsión de lo expresado otro mayo (en 1878 en Guatemala): “…al progreso agrícola deben enderezarse todos los esfuerzos. Todos los decretos a favorecerlos, todos los brazos a procurarlo, todas las inteligencias a prestarle ayuda”.

Y así ocurre ahora en Cuba, donde se hacen grandes esfuerzos para aprovechar mejor las tierras, priorizan inversiones a este frente y potencia al máximo el autoabastecimiento y la soberanía alimentaria.

En mayo de 1884 subraya en otro ángulo de un problema que viene desde entonces: “…en campos como en ciudades, urge sustituir al conocimiento indirecto y estéril…, el conocimiento directo y fecundo de la naturaleza” y llama en artículo aparecido en el mismo me del siguiente año (1885) en Buenos Aires, a sembrar cuanta tierra haya “y con varios cultivos…”.

Si aquel lluvioso mes de sus tiempos estudiantiles abrieron el pensamiento universal del futuro líder, los de sus tres últimos años de su trayectoria engrandecen su obra.

En 1893 recorre Tampa, Cayo Hueso y Las Antillas en aglutinadora labor y en los últimos días llama en Patria a fortalecer la lucha organizada: El Partido Revolucionario Cubano a Cuba, titula el artículo que también circula en hojas sueltas.

Mayo del 94 lo encuentra entre los cubanos de Filadelfia, Florida, Tampa y tal es su ímpetu patriótico, que en los dos últimos días, antes de partir al anochecer del 31 hacia Costa Rica, escribe más de 50 cartas y notas dirigidas a destinatarios de fuera y dentro de la Isla.

Faenas duras y difíciles por los montes del Oriente cubano, tendría en mayo de 1895 antes de caer aquel día 19 con solo 42 años de edad en una misión que aún prosigue, porque el Apóstol continúa burlando la muerte y alentando la vida por doquier con el luminoso Sol de mayo.

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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