El reparador de sueños

Foto: Cortesía del entrevistado

Es la una de la mañana cuando su celular suena y al descolgar, una voz desesperada se oye:

-Ernesto, disculpa la hora, es que la niña tiene toda la piel erizada y está temblando sin parar…está fría y no tiene una gota de fiebre.

Es la misma madre, a la cual, varias horas antes le había indicado el tratamiento médico a seguir con la pequeña enferma.

-Es que le va a dar fiebre, y debes darle la dipirona. Si en 10 minutos no le sube pues llévala para el cuerpo de guardia urgente- le dijo.

Y así fue. Minutos después, el cuerpecito de la nena ardía y el susto de sus padres pasaba un poco porque con un niño chiquito lo más normal puede parecer extraño. La suerte es cuando conoces a un pediatra que le encanta “reparar chamas”, como jocosamente él expresa, y que te atiende a cualquier hora del día, aunque debas esperar afuera de la sala de terapia infantil del Hospital Héroes del Baire, donde trabaja.

Foto: Cortesía del entrevistado

Jorge Ernesto de la Garza Amaro no es de los médicos más complacientes que muchos padres quisieran encontrar en situaciones como estas, pero es certero en sus diagnósticos y exigente con sus tratamientos y recomendaciones, es muy observador con sus pacientes y establece siempre el contacto con ellos, los examina, escrudiña… los “repara”.

Habla claro y sin tapujos. Despeja las dudas de los padres y a la vez establece con ellos charlas educativas del asunto en cuestión. Atiende a todos los niños que le llevan a examinar, hijos de padres que confían plenamente en su sapiencia, en los más de 27 años de experiencia, en su continua superación y estudio, en su dedicación y entereza.

Su trabajo como pediatra intensivista es en la sala de terapia infantil donde pasa la mayor parte de su tiempo, y junto al equipo médico, atiende sin descanso a los pequeños ingresados que tienen enfermedades con riesgo inminente para la vida o posibles secuelas importantes.

Allí, se gana el cariño de sus pequeños pacientes y la gratitud de los familiares, pues cuando él en medio de la desesperación y la angustia te dice: “no te preocupes, que todo estará bien”, es certero. Ese hombre altísimo, que parece gigante para los niños, se me antoja el más tierno del planeta porque “reparar chamas” es quizás lo más lindo que se pueda hacer en la vida.

Cuando asumió la dirección del Hospital General Docente Héroes del Baire, sus guardias en la sala no cesaron, ni las atenciones a sus otros pacientes no ingresados. Él asumió todas sus responsabilidades sin descanso, porque además tiene una familia que lo adora y apoya, porque Ernesto de la Garza es de los que puedes contar con él siempre que haga falta, dicho por sus propios colegas.

Cuando estuvo de misión internacionalista en el Reino de Lesotho, de 2007 al 2009 conoció muchísimo más acerca de enfermedades y situaciones de infantes que en nuestro país no son comunes, y esa experiencia lo sensibilizó mucho más; después se convirtió en intensivista.

Ernesto no es oriundo de la Isla y tampoco se graduó como médico aquí, sin embargo, echó sus raíces en esta tierra pinera y siente y padece por su hospital como si fuera su casa. Hoy 14 de junio es su cumpleaños, justamente el día que nació, hace 92 años, el Che, que también se llamaba Ernesto y era médico, que se dedicó con entereza a sus principios e ideales.

De la Garza, podría asegurar, es el mejor pediatra del Ejército Libertador, como me dijo en una ocasión una de las mamitas que esperaba con su peque afuera de la sala de terapia. Él no es para nada complaciente, él es un ser extraordinario que dedica todo su tiempo a curar niños, a reparar sueños.

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