El preso que lideró la transformación

España, metrópoli de Cuba por más de cuatro siglos, desarrolló para con Isla de Pinos una política de aislamiento, de abandono, de cárcel, de Colonia Penal al establecer el Decreto Real de 1834, no le preocupó, ni se ocupó de ella como parte del acontecer nacional, su evolución económica, social y cultural en su devenir histórico por los siglos XVI al XIX, estuvo condicionada más que por su ubicación geográfica, por la política colonial del régimen español.

En los finales del siglo XIX e inicios del XX, la Isla fue considerada por los EE. UU. la órbita de su política imperialista; la saquearon, construyeron el Presidio Modelo e impusieron la Zona Franca y la Zona Turística como gran negocio de la dictadura de Batista.

El joven Fidel Castro Ruz estuvo en la antigua Isla de Pinos en abril de 1946, vino como estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad de La Habana, junto a estudiantes de Antropología, para realizar estudios de los tipos delictivos y el régimen penal vigente, ya que existía desde 1931 el Presidio Modelo. En esa ocasión se lleva la imagen directa de cómo los gobiernos serviles a España y a los Estados Unidos convirtieron Isla de Pinos en una cárcel.

En una segunda ocasión viene como preso político para el llamado Presidio Modelo, reconocido desde 1938 como Reclusorio Nacional para Hombres. Permanece desde el 17 de octubre de 1953 hasta el 15 de mayo de 1955, como resultado de la condena dictada en el juicio celebrado en Santiago de Cuba luego del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953.

A pesar de los rigores del presidio, en esta ocasión fue diferente la cárcel para aquellos jóvenes decididos a luchar por la libertad.

Allí fundaron la Academia Abel Santamaría y la Biblioteca Raúl Gómez García, convirtieron la cárcel en escuela, impartieron varias asignaturas y se forjó y maduró el pensamiento.

Al respecto expresó Fidel en carta a Ñico López el primero de enero de 1955: “…no considero que en la prisión se pierda inútilmente el tiempo, por el contrario, aquí estamos preparando ideológica e intelectualmente la vanguardia y los jefes de nuestro movimiento…”.

A pesar de su condición de preso, esa estancia le permitió tener una mayor visión de cómo el gobierno de Fulgencio Batista había convertido Isla de Pinos en cárcel y en un espacio para concretar los fines de la política del gobierno de los EE. UU. en Cuba y en la región. También sirvió para estrechar las relaciones entre el pueblo de Cuba, los presos y la población pinera.

Posterior al primero de enero de 1959 y hasta 1994, Fidel realizó más de 40 visitas a la Isla. El análisis de ellas nos permite afirmar que han sido decisivas para las transformaciones del territorio.

Temas frecuentes de sus recorridos fueron: conocimiento de la cárcel e intercambio allí con los acompañantes, énfasis en qué era la Isla antes y después del triunfo de 1959, el proyecto de desarrollo integral de la región, supervisión de su cumplimiento, la difusión al mundo de la obra revolucionaria en todos los ámbitos y la inserción de la Isla de la Juventud en la nación y su Revolución socialista.

Este 15 de mayo del 2020 en que los cubanos y en particular los pineros celebramos el aniversario 65 de esta trascendental fecha de forma diferente por la compleja situación actual para vencer la terrible enfermedad de la COVID-19, no olvidamos las ideas de Fidel, aquí hechas realidad.

Lo conquistado lo seguimos defendiendo sin olvidar tampoco esa historia para proyectar mejor el país que queremos, con una Isla de la Juventud digna de los sueños del Comandante en Jefe, inmersa en superiores metas en el movimiento Atrévete a ser más.

(*) Colaboradora y Presidenta de la filial de la Unión de Historiadores de Cuba

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