El hombre que amamos

No solo aprendí a quererlo en la casa ni en la Primaria, cuando esa figura engrandecía en fotos, relatos o libros, al punto de jurar ser como ella, sino también por mi amiga María del Carmen, quien siempre lo llevaba en su monedero junto a las fotos de la familia y hasta en la taquilla del albergue, donde impactaba esa imagen del reconocido fotógrafo Korda que ha recorrido el mundo.

Así aprendimos a admirar a Ernesto Guevara de la Serna o simplemente nuestro querido Che, sí, porque sin proponérselo penetró en lo más profundo de los cubanos, quienes lo convierten en paradigma de hombre no por mero capricho sino por ese océano de méritos, que en ocasiones sentimos inalcanzables.

Por ello con el paso de los años he sentido como agraciado y a la vez retador el lema pioneril: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”, porque presentárseme único, como ese ser que llegó a esta tierra para ser del pueblo y estar al lado de los más humildes, no como efigie ni insignia.

Llegan las cinco décadas de su caída en tierras bolivianas junto a sus compañeros de lucha y se nos antoja presente, siento cómo muy dentro de mí crece como el inmenso cielo el amor por el hijo, el argentino-cubano, el querido guerrillero, el amigo de Fidel, el padre, el ministro de Industria, el creador del trabajo voluntario, el revolucionario, el humanista, el doctor, el internacionalista, el aventurero, el fumador empedernido…el hombre que dejó de ser de él y de los suyos para ser del mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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