“El doctor Durán me libró de la amputación”

Gabela, Quibala, Katofe eran nombres desconocidos para el joven Basimiliano Flores Yero antes de cruzar el océano Atlántico y arribar al África Negra.

Foto: Yesmani Vega Ávalos

“La travesía en el barco Vietnam Heroico duró 18 días, los espacios libres y corredores estaban cubiertos. La gente bromeaba, reía, cantaba, a pesar de las duras condiciones del viaje. En los ratos de soledad pensaba en mi familia, no sabía que la quería tanto”.

Por ser chofer profesional, reservista de la Unidad de Morteros de 120 milímetros, tener buenas condiciones físicas y preparación política resultó uno de los combatientes cubanos participantes en la ayuda militar internacionalista prestada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba a la República de Angola: la Operación Carlota.

Teníamos presente el encuentro con Fidel en La Cabaña antes de partir, su información acerca de la difícil misión de preservar la independencia e integridad territorial de la nación hermana, así como detener la invasión racista de Sudáfrica, sus aliados y fantoches con el fin de apoderarse del país y destruir el movimiento revolucionario comandado por Agostinho Neto. Ninguno de nosotros había estado en una guerra de verdad, lo vinimos a saber cuando llegamos allí.

“Desembarcamos al anochecer, por Luanda, principal puerto y capital de Angola. Fuimos con nuestras pertenencias para la unidad de Paracaidismo. Portábamos mochila con pasta, jabón, cepillo de dientes, cantimplora, alimentos y una chapa colgada al cuello con un cordoncito, mi número era 3655”, rememora.

“Al regresar al puerto para bajar el armamento, fuerzas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola le tiraron al buque, emplazamos las piezas de una ‘cuatrobocas’, les ripostamos y huyeron. Entonces lo descargamos y marchamos hacia el frente. Yo salí manejando un camión y pasamos por Gabela, Quibala y Katofe.

“Allí, del otro lado del puente, los sudafricanos ocuparon los morros y desde el sitio –antes del puente– donde emplazamos los morteros veíamos sus movimientos en la loma más cercana, a la que le pusimos el nombre de Primer Congreso en honor al evento partidista que se celebraría del 17 al 22 de diciembre del propio 1975”.

El 12, en pleno día, un ataque relámpago del enemigo, con cañones de largo alcance, sorprendió a los patriotas internacionalistas, quienes lo enfrentaron y le tiraron con armas no tan sofisticadas, pero con una moral de alto quilate.

“Yo disparé sin cesar con mi fusil AKM y de pronto sentí un dolor intenso en las manos, estaba herido. Me trasladaron a Katofe, Quibala, Gabela y Luanda, en cuyo hospital recibí el pronóstico de la amputación de mis dos manos”.

Hace una pausa, contiene la respiración, no lo interrumpo, corre la brisa en su casa del reparto 26 de Julio, su hija Zoila acaricia con la mirada a ese hombre admirable que no aparenta los 70 años que cumplirá este 18 de diciembre de 2021; ella también guarda silencio.

“Por suerte, en la madrugada llegó la brigada médica cubana y estaba al frente el doctor Francisco Durán García, muy joven, con voz pausada, pero firme y de mucha sabiduría. Sin descansar saludó y conversó con cada paciente, nos trasmitió aliento y explicó que Fidel orientó que cualquier amputación, aunque fuera de un dedo, se hacía en Cuba.

“Quedamos agradecidos e impresionados con su personalidad, por su trato, simpatía y cuando aquello ni remotamente era el director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública que cada día aparece en la pantalla de la televisión para ofrecer la conferencia de prensa acerca de la covid 19. Fui trasladado al hospital Naval, en La Habana, y al final no requerí amputación”.

En medio de la jornada de celebración del aniversario 30 de esta misión militar en Angola, Basimiliano no puede ocultar el orgullo de haber sido partícipe de un momento singular en la historia de las luchas libertarias de países amigos.

“Creo que fue esencial para preservar la independencia de la hermana nación, lograr la independencia de Namibia y enterrar la política de Apartheid en Sudáfrica.

“En este instante dedico mi pensamiento a mis compañeros. Juntos  compartimos los peligros de la muerte y ellos cayeron en el cumplimiento del supremo deber internacionalista, en especial Rodolfo Carballosa Gutiérrez, Roberto Orestes Moreno, Orlando Gutiérrez Pérez, Ángel Alberto Galañena LLevat y Carlos Reyes Agramonte”.

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Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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