El amor en tiempos de covid

Si de besos y abrazos estuvo colmado el 14 de febrero anterior, este se vestirá de anhelos, humanidad, esperanza… Allí, donde se lucha por combatir la pandemia, donde laboran mujeres y hombres forrados con uniforme sanitario de pies a cabeza, cuidando a las personas contagiadas por el virus, tendrá otro significado el Día del Amor y la Amistad, pues se festejará la vida a cada minuto.

En las pocas horas de sueño y el constante cuidado a los enfermos en estado grave, en la tristeza que les inunda cuando medican a un pequeño de la edad de su hijo, la resignación –para aquellos en brigadas internacionalistas durante un largo período– de ver a sus seres queridos a través de una pantalla…, ahí laten nuestras ganas infinitas de acabar con la covid-19 y abrazarnos fuerte.

Allí, donde el miedo y la incertidumbre corroen a los contagiados, ellos, que parecen imperturbables, no dejan de pensar en sus seres amados porque sus vidas también están en riesgo, el mínimo error puede involucrar después a sus compañeros; por eso, incluso en tierras extranjeras, lejos de su Patria, se preparan y atienden a sus pacientes de manera cautelosa, responsable, pero sin apartarse de su lado.

Las historias y experiencias que vive el personal médico cubano son tan fuertes como bonitas. Por ellos miles de personas se han curado del virus en el país y otras latitudes; sin dudas merecen el cariño de todos en el Día del Amor y la Amistad, el cual no podemos celebrar como de costumbre debido a la situación epidemiológica, mas sí dedicarlo a quienes nos cuidan en tiempos de covid.

Los sentimientos más sublimes siguen brotando donde los deseos de vivir y la humana labor de salvar vidas se cruzan. A un año del inicio de la pandemia que aún nos afecta, los verdaderos actos de amor se visten con uniformes blancos. En ellos depositamos toda nuestra fe, la esperanza de volver a besarnos y abrazarnos sin medida cada 14 de febrero.

Si de besos y abrazos estuvo colmado el 14 de febrero anterior, este se vestirá de anhelos, humanidad, esperanza… Allí, donde se lucha por combatir la pandemia, donde laboran mujeres y hombres forrados con uniforme sanitario de pies a cabeza, cuidando a las personas contagiadas por el virus, tendrá otro significado el Día del Amor y la Amistad, pues se festejará la vida a cada minuto.

En las pocas horas de sueño y el constante cuidado a los enfermos en estado grave, en la tristeza que les inunda cuando medican a un pequeño de la edad de su hijo, la resignación –para aquellos en brigadas internacionalistas durante un largo período– de ver a sus seres queridos a través de una pantalla…, ahí laten nuestras ganas infinitas de acabar con la covid-19 y abrazarnos fuerte.

Allí, donde el miedo y la incertidumbre corroen a los contagiados, ellos, que parecen imperturbables, no dejan de pensar en sus seres amados porque sus vidas también están en riesgo, el mínimo error puede involucrar después a sus compañeros; por eso, incluso en tierras extranjeras, lejos de su Patria, se preparan y atienden a sus pacientes de manera cautelosa, responsable, pero sin apartarse de su lado.

Las historias y experiencias que vive el personal médico cubano son tan fuertes como bonitas. Por ellos miles de personas se han curado del virus en el país y otras latitudes; sin dudas merecen el cariño de todos en el Día del Amor y la Amistad, el cual no podemos celebrar como de costumbre debido a la situación epidemiológica, mas sí dedicarlo a quienes nos cuidan en tiempos de covid.

Los sentimientos más sublimes siguen brotando donde los deseos de vivir y la humana labor de salvar vidas se cruzan. A un año del inicio de la pandemia que aún nos afecta, los verdaderos actos de amor se visten con uniformes blancos. En ellos depositamos toda nuestra fe, la esperanza de volver a besarnos y abrazarnos sin medida cada 14 de febrero.

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