Dependemos de nosotros

Lograr producir los volúmenes de alimentos necesarios para
alcanzar la tan ansiada soberanía alimentaria y el
autoabastecimiento territorial, constituye un importante reto y tema
de alta prioridad en los tiempos actuales, en los que el
recrudecimiento del bloqueo yanqui, la crisis mundial y las
condiciones climatológicas, que tampoco nos acompañan, dan poca
tregua al desarrollo económico del país, en especial al sector
agropecuario.
Muchos son los obstáculos en cuanto a recursos materiales y
financieros que enfrentan los productores año tras año, para hacer
producir la tierra con rendimientos que permitan satisfacer la
elevada demanda de la población y reducir las costosas
importaciones.
Las limitaciones con los productos químicos, fertilizantes,
plaguicidas, piezas de repuesto para la maquinaria agrícola, el
combustible, entre otros recursos, ponen a prueba una y otra vez la
capacidad para la búsqueda de soluciones, donde debe primar al
máximo la inteligencia colectiva, la aplicación de la ciencia,
innovación, el ahorro y aprovechamiento de las potencialidades de
que disponemos aquí.
Es cierto que cuesta mucho producir lo que se necesita cuando los
recursos materiales son escasos, pero no debemos pasar por alto
que existen cuestiones subjetivas que también atentan contra el
cumplimiento de los compromisos productivos.
Nos podemos remitir a los problemas con la planificación, control,
falta de organización, comunicación, la desmotivación de los trabajadores que laceran el compromiso y el sentido de pertenencia,
entre otros factores, que precisamente dependen del concurso de
nosotros mismos y el nivel de implicación que le pongamos al
asunto para resolverlos.
Aquí juega un papel fundamental el fortalecimiento del trabajo
político e ideológico en cada una de las estructuras para asegurar
ese compromiso que permanece intacto, pero que pudiera mostrar
signos de flaqueza ante la avalancha de vicisitudes.
En ese sentido es vital lograr una vinculación más estrecha de los
directivos y demás factores con la base, que se perciba que la
atención al hombre está en el centro de todo lo que se hace en
favor de mejorar sus condiciones de vida y de labor.
Asimismo propiciará buenos dividendos responder a sus
inquietudes, perfeccionar los sistemas de pago que favorezcan la
eficiencia y la productividad; propiciar espacios de intercambio de
criterios, conocimientos, experiencias y buenas prácticas con el fin
de que estas se generalicen en pos de resultados y de avanzar
juntos por el mismo sendero que conduce al éxito.
Nuevos aires baten en este terruño. Los métodos, estilo y sistemas
de trabajo aplicados por la vigente dirección del territorio, han
generado un entusiasta movimiento transformador que ha prendido
en los pineros y evidencia cuánto podemos hacer aprovechando lo
que tenemos, desde el convencimiento de poder triunfar por muy
espinoso que se presente el desafío.
La máxima dirección de este país confía en que la Isla de la
Juventud se convertirá en el modelo a seguir para el resto de los
municipios de la nación. Indudablemente una alta responsabilidad
que nos sitúa en el punto de atención y de referencia de todos los
cubanos.

Un gran reto, pero también una gran oportunidad de demostrar que
podemos cumplir, en la medida en que seamos capaces de explotar
nuestras fortalezas que tienen como base la firme voluntad de
construir una sociedad justa y equitativa.

Otros artículos del autor:

Isla de la Juventud Opinión
Yuniesky La Rosa Pérez
Yuniesky La Rosa Pérez

Licenciado en Comunicación Social en la universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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