Crecieron con su obra

Seis décadas han transcurrido desde el histórico 1ro de enero de 1959, en que esta Isla de Pinos fue acogida por una Cuba nueva, con los aires de una generación joven dispuesta a verla prosperar.

Casi solitario era este terruño, relegado al olvido y “refugio” de prisioneros y de unos pocos nativos, al tomar cartas el poder revolucionario con la eliminación de prostíbulos y casas de juego, la reposición en sus empleos de los despedidos por causas políticas y el nombramiento de una dirección con estilo democrático.

En ese entonces surge la Asociación de Jóvenes Rebelde, creada el 28 de enero de 1960, con el lema Estudio, Trabajo, Fusil y que dos años después –el cuatro de abril – pasó a ser la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), conservando la consigna que marcaría un desafío para los retoños en la defensa de la patria socialista.

HACIENDO EL CAMINO

Los jóvenes comenzaron a hacer su camino enfocados en el desarrollo local, en especial tras del paso del ciclón Alma, el ocho de junio de 1966, cuando el país le dio a la organización la tarea de “Rescatar lo perdido y avanzar mucho más”.

A partir de ahí llegaron al territorio brigadas y destacamentos con la encomienda de cumplir el nuevo proyecto de la Revolución; la primera fue la columna Luis Ramírez López, formada por la UJC, y la segunda Las Marianas, creada de conjunto con la FMC.

Así fue creciendo un movimiento que creó las columnas Juvenil Agropecuaria y la del Centenario, a quienes durante la inauguración de la presa Viet Nam Heroico, el 12 de agosto de 1967, Fidel retara:

“Llamémosla Isla de la Juventud cuando la Juventud con su obra haya hecho algo grande, haya revolucionado aquí la naturaleza y pueda exhibir el fruto de su trabajo…”.

Ante esas palabras se incrementó la llegada de jóvenes de todos los sectores y lugares del país.

De esa manera se fueron fortaleciendo, además, las relaciones de la organización juvenil, las federaciones Estudiantil Universitaria y de Estudiantes de la Enseñanza Media, así como la Organización de Pioneros José Martí con las tareas de asistencia, promoción y participación en las actividades extraescolares, combinando el estudio con el trabajo y la Campaña de Educación Formal.

Atendiendo a estos resultados la Isla fue subsede del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en cuyo homenaje el 28 de junio del ´78, durante el Primer Período Ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue aprobada la modificación de los artículos 17 y 18 de la Ley 1304, del 3 de junio de 1976, donde se refrendaba el cambio de nombre de Isla de Pinos por el de Isla de la Juventud.

Paso a paso se fueron apoderando de su Isla; para los ´80 sus tareas en apoyo a la construcción de la base económica socialista las dirigieron al cumplimiento de los planes para el desarrollo citrícola, principal renglón del Municipio Especial

Asimismo trascendió la labor de las Brigadas Técnicas Juveniles en la salud, educación, geología, minería, medicina veterinaria, actividad agropecuaria y construcciones; así como se efectuaron investigaciones para la solución práctica a problemas de la producción y los servicios en centros de trabajo y estudio.

También surgió la primera organización de base de la Sociedad de Educación Patriótico Militar, la cual destacó por el club municipal de paracaidismo y delta plano, la realización de los Seminarios de Estudios Martianos y el Movimiento de Aficionados y el de la Nueva Trova, con la Brigada Hermanos Saiz.

Fue creado –también por esos años– el Joven Club de Computación con dos instalaciones, una en Nueva Gerona y otra en La Fe, con equipamiento y personal calificado.

La columna Aniversario 50 del Triunfo de la Revolución hizo crecer a sus jóvenes como seres humanos y como revolucionarios
Foto: Gerardo Mayet Cruz

NUBES NEGRAS NO OPACARON EL SOL

Pero esa época de fructíferos resultados cerró con la desintegración de la Unión Soviética y el derrumbe del Campo Socialista, causante de una crisis que provocó la declaración del Periodo Especial en el Tiempo de Paz, para todos los cubanos.

Inició entonces una etapa de retos más duros, incluyendo el asedio del Norte que nos llevó a una Batalla de Ideas sin precedentes.

Ahí estuvieron nuevamente nuestros jóvenes, saliendo adelante, poniendo por encima de sus problemas las urgencias del país.

Regresaron las brigadas y el decisivo aporte de la columna juvenil de avanzada Aniversario 50 del Triunfo de la Revolución, orgullosa de –tras el paso del huracán Gustav– dar su aporte a la recuperación. Acerca de ello Fidel escribió en una de sus reflexiones: “! Suerte que tenemos una Revolución! Está garantizado que nadie permanecerá en el olvido…”.

El azar y la historia los llevaron no solo a reforestar, preparar o cosechar cultivos, sino a rehabilitar obras creadas por los jóvenes columnistas de la década del ´60 del pasado siglo, como el Coppelia y la pizzería La Góndola.

Fueron protagonistas de novedosos cambios en la educación, la salud, el deporte, la introducción de nuevas tecnologías y de la constante renovación de la sociedad pinera que desde el 2010 cuenta con su propia universidad, la Jesús Montané Oropesa, nombre que rinde homenaje al joven revolucionario pinero.

Las organizaciones que los agrupan: la FEEM y la FEU, también consolidaron su labor con las Brigadas Estudiantiles de Trabajo, las Brigadas Universitarias de Trabajo Social y las Brigadas Técnicas Juveniles.

SEGUROS HACIA EL FUTURO

En 1967 la Juventud aquí contaba con 67 Comités de Base y 1249 militantes, cifras que paulatinamente fueron ascendiendo hasta alcanzar los más de seis mil miembros y 400 comités, acusando una tendencia sostenida al crecimiento. Hoy sus filas ascienden a los 2 643 con 271 organizaciones de base y 251 comités.

No obstante, en el devenir de su historia, los jóvenes pineros conservan el tesoro de una experiencia que los hizo crecer como seres humanos y como revolucionarios.

Hoy, tienen el reto de lograr mayor movilización juvenil, ser más atractivos, controlar y exigir por el cumplimiento con calidad de las tareas, a la altura de estos tiempos; acercarse más a la militancia, su universo juvenil y a las comunidades, donde se mueve la vida.

Han sido seis décadas difíciles –de hecho, nadie dijo que era fácil–pero han marcado una pauta, un antes de despojos y un después de trabajo, realizaciones y esperanzas.

Son incontables las motivaciones para decir por qué los jóvenes pineros son revolucionarios, empezando por el hecho de ser dueños de su destino y el de participar activamente en el proceso de desarrollo del socialismo en la ínsula que lleva su apellido.

Pensar sobre estas cosas que sin dudas, tienen mucho que ver con la responsabilidad de las nuevas generaciones en el destino de esta Isla excepcional y solo comparable consigo misma, me hace pensar en que tener a disposición del pueblo innumerables logros en todas esas esferas ha sido una de las mejores recompensas, porque la principal es la transformación y ascenso de los propios jóvenes –más preparados integralmente– al calor del intenso esfuerzo que hizo posible una obra económica y social sin precedentes.

En ese quehacer están, por ejemplo, la conversión de los antiguos latifundios en granjas y cooperativas de quienes la trabajan, la industrialización del terruño, un desarrollo educacional inédito –al punto de contribuir a la formación de miles de hijos de pueblos hermanos–, los nuevos repartos, poblados y carreteras y el aumento en más de 100 veces de la generación eléctrica, entre otras realizaciones que siguen creciendo a la par de sus noveles protagonistas.

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Opción Futuro
Casandra Almira Maqueira
Casandra Almira Maqueira

Licenciada en Estudios Socioculturales en la Universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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