COVID-19 en Cuba: ¿Por qué un nuevo protocolo sanitario?

De este protocolo transitorio, sobre todo de gestión y organización de temas imprescindibles, se pasa a otro, con nuevas características...

Evitar contagios, proteger a pacientes y personal que labora en centros hospitalarios, han sido las principales precauciones que los protocolos sanitarios han tenido en cuenta, desde que inició la COVID-19 en Cuba.

Recientemente, se dio a conocer por las autoridades sanitarias la actualización de dicho protocolo (sexta versión). De acuerdo con Ileana Morales Suárez, directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), este durará muy poco, pues ya se poseen un grupo de ensayos clínicos que en menos de dos meses permitirán alcanzar el séptimo protocolo.

De este protocolo transitorio, sobre todo de gestión y organización de temas imprescindibles, se pasa a otro, con nuevas características, argumentó.

UN POCO DE CONTEXTO

Cuando comenzó la pandemia en el país se adoptó el Protocolo Uno, basado en la experiencia de China. Este duró apenas 20 días. Luego, para el segundo y tercero se adoptó un poco del de Italia, y su duración fue de 15 a 20 días. Al respecto, la Doctora comentó que era una etapa donde se actualizaba mucho, porque se buscaban nuevas experiencias.

Desde la primera versión hay tres premisas fundamentales: evitar que la persona se contagie, si ya está enferma que no evolucione hacia estadios graves de la enfermedad y si ello ocurre, pues que la persona pueda sobrevivir y se recupere.

Inicialmente se atendieron en las terapias intensivas un 25% de los pacientes, pues habían muy pocos. Luego se estabilizó en 6.9%, llegando a junio. Con el protocolo cinco fue un periodo largo, donde este indicador bajó a alrededor del uno por ciento.

Ahora con este rebrote, prosiguió la experta, mientras más pacientes infectados, por supuesto que crece la cantidad de graves y críticos en números absolutos.

En cuanto a la letalidad, especificó que fue disminuyendo de 4.7 en marzo a 0.5 en enero, por la efectividad del protocolo. En septiembre, por ejemplo, que se registró 1.2 fue debido al rebrote que hubo.

Mientras más casos confirmados haya, aun cuando el número crezca en términos absolutos, lógicamente la letalidad baja. “Pero en términos de protocolo esa estadística demuestra la efectividad del mismo”.

La mortalidad, por otro lado, es acumulativa y Cuba tiene una de 1.76 por cada 100 000 habitantes, “la cual ha ido creciendo y debemos aplanar”.

¿QUÉ NOVEDADES TRAE?

El cambio trascendental de la nueva versión del protocolo consiste en crear salas de vigilancia intensiva. De acuerdo con la Dra. C. Tania Crombet Ramos, directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Inmunología Molecular, estas tienen el objetivo de adelantarse y anticipar qué paciente puede hacer una evolución tórpida.

En esas salas, dijo, el paciente tiene una atención más diferenciada desde el punto de vista del número de especialistas que están entrenados en el manejo de la COVID-19, no solo médicos sino personal de enfermería, así como con más recursos de laboratorio clínico y radiología, un seguimiento más estricto.

“Ahí estarán los pacientes que tienen más propensión a tener una evolución no favorable: la población más envejecida (la de más de 65 años) y la que tiene enfermedades asociadas. Por tanto, independientemente de que el sujeto esté asintomático, el paciente ya confirmado, tiene que ir en esta sala con una mayor vigilancia para adelantarnos en los tiempos”.

Otro de los cambios tiene que ver con los sospechosos. Los de bajo riesgo, recordó, van a un lugar, donde se les vigila y reciben un tratamiento. El de alto riesgo, a su vez, se traslada a hospitales a recibir el protocolo establecido.

Para ganar tiempo, el cambio fundamental es que todo sospechoso que resulte positivo a un test de antígeno comienza inmediatamente a recibir el Interferón. “Una hora es importante. 10 mucho más y 24 importantísimas. Hay que ganar en tiempo”, expuso Ileana Morales Suárez.

“Si luego el PCR diera negativo, se le retira el tratamiento y vuelve a su casa. Este cambio, que ya se ha introducido en los últimos días, nos da tiempo y oportunidades. Se introduce al paciente en un esquema que nos adelanta a los tiempos”, agregó.

El otro cambio en cuanto a los sospechosos es que aquel de alto riesgo, si presenta algún síntoma que haga suponer de inflamación, recibe de igual modo el Interferón y además, la Itolizumbab o Jusvinza.

Otro de los cambios que se introduce en este consiste en una nueva clasificación del paciente: asintomático, sintomático, alto riesgo (tiene mayor probabilidad de transitar a la gravedad), el grave y crítico. Se perfeccionó la definición de “alto riesgo”, considerada como un grupo decisivo para desacoplar la incidencia de la mortalidad.

La doctora explicó que hoy el paciente asintomático y sintomático leve se tienen en un tipo de centro, mientras los sintomáticos moderados, los de riesgo y los pacientes graves y críticos, en otro. “Pero un asintomático que sea de alto riesgo, tiene que ir a esa sala que vamos a crear, porque es la garantía de que este protocolo que pone el énfasis en ellos pueda ser efectivo”.

Además, en el protocolo se apuesta a los interferones cubanos como terapia fundamental para los asintomáticos y sintomáticos leves.

“En el caso de los sintomáticos moderados o de alto riesgo, cuando se encuentre en esa vigilancia intensiva y empiece a tener síntomas y signos que indiquen que transitará hacia una inflamación, distrés respiratorio u otra complicación, existirá la posibilidad en esa sala de poder administrarles Itolizumab o Juzvinza, antes de que lleguen a una unidad de cuidados intensivos”, detalló.

La directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap expuso que si bien en los últimos días se ha tenido una proporción inversa de sintomáticos y asintomáticos, en todo el transcurso de la epidemia en el país, cerca del 60% ha sido asintomáticos y 40% sintomáticos, y entre el 5 y el 15% de ese total, es el que se identificado que son de alto riesgo.

En la historia de la enfermedad en Cuba, entre el 2,5% a 3% de cada 100 personas que se contagian puede pasar a graves o críticos.

 

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