El 8vo. Congreso del Partido marcó un momento trascendente que ya hace historia y futuro: la conclusión del proceso de transferencia ordenada de las principales responsabilidades por la generación histórica a las nuevas generaciones.
Mas, el tiempo no sorprendió a la dirección política, estaba planificado con la madurez, previsión y humildad que caracterizan a la conducción revolucionaria de la nación y tiene la comprensión, respeto y apoyo del pueblo, como lo expresa en barrios y colectivos.
En su informe central al 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en su condición en ese momento de Primer Secretario del Comité Central, reiteró su decisión de concluir su “tarea como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba con la satisfacción del deber cumplido y la confianza en el futuro de la Patria”.
Así lo afirmó luego de manifestar otra satisfacción: “…entregamos la dirección del país a un grupo de dirigentes preparados, curtidos por décadas de experiencia en su tránsito desde la base hasta las máximas responsabilidades, comprometidos con la ética y los principios de la Revolución y el Socialismo”. Ese grupo lo encabeza Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República, quien fue elegido como Primer Secretario del Comité Central del Partido.
Lo que más admiramos todos los cubanos fue la humildad del General de Ejército cuando compartió, con la fidelidad de siempre, su voluntad de “que mientras viva, estaré listo, con el pie en el estribo para defender a la Patria, a la Revolución y al Socialismo”.
Cual mambí y guerrillero –de los que siempre están con el caballo ensillado y el fusil de almohada– Raúl informó la terminación de su tarea al frente de la organización política para dar paso a cuadros más jóvenes y seguir la preparación en batallas no menos difíciles.
Ese momento representó la conclusión de la transferencia ordenada de las principales responsabilidades a las nuevas generaciones, otra prueba de confianza de la generación histórica en los jóvenes y la continuidad de la Revolución.
Fue un momento lleno de simbolismo y clara advertencia a los detractores de que aquí no hay ruptura generacional ni autoritarismo ni aferramiento al poder, que a decir verdad comparte todo el pueblo, como tampoco improvisación ni bandazos, sino políticas firmes, coherentes, sueños realizados y superiores peldaños por alcanzar, todo en permanente consulta popular, debate enriquecedor, perfeccionamiento constante y ascenso seguro y confiado.
“Al margen de nuestras emociones y sentimientos por la historia viva y el liderazgo invicto de los que hoy traspasan responsabilidades y obra a nuestra generación, –como expresara Díaz-Canel– hay una trascendencia imposible de soslayar: La Generación del Centenario del Apóstol, guiada por Fidel y Raúl a lo largo de más de seis intensas décadas, puede declarar hoy, con dignidad y orgullo, que la Revolución Socialista que hicieron a solo 90 millas del poderoso imperio, está viva, actuante y firme, en medio del vendaval que estremece a un mundo más desigual e injusto…
“Y esa generación puede decir mucho más –enfatizó el máximo dirigente partidista con orgullo multiplicado en cada cubano digno que lo escuchaba este 19 de abril, victorioso como en Girón–. Puede afirmar que la Revolución no termina con ella, porque logró formar nuevas generaciones igualmente comprometidas con los ideales de justicia social que tanta sangre ha costado, de los mejores hijos de la nación cubana”.
No fueron solo cargos ni la conducción de un país lo asumido, sino la responsabilidad enorme de una obra heroica y descomunal que desafía a sus protagonistas cada día.
Otros artículos del autor:
- None Found