Consagración especial desde La Fe (+Fotos)

Niños y personal de la Lázaro Mesa. Foto: Marianela Bretau Cabrera

La Educación Especial es sin dudas una de las obras más nobles y humanas de la Revolución Cubana. A 60 años de su creación, se distingue por el fortalecimiento de su sistema de instituciones docentes, con varias modalidades de atención, recursos, servicios, soportes profesionales y vías de extensión en función de la población escolar con necesidades educativas especiales, la familia, educadores y agentes formativos.

En las escuelas de este tipo, los niños y trabajadores crean un espacio de afecto y aprendizaje constante, una casa en la cual crecen y se preparan para la vida, donde todos tienen lugar y algunos, hasta un dormitorio con sus pertenencias personales, como sucede en la Lázaro Mesa Gómez, centro localizado en La Fe y uno de los cinco existentes en la Isla de la Juventud.

LA VIDA ESCOLAR ESPECIAL

Desde su entrada, la calma se impone. La estructura monumental refleja la gran obra transformadora que adentro ocurre: en sus aulas, los talleres preparatorios, la biblioteca, sala de computación, de trabajo sicopedagogo y logopedia, albergues, comedor, cocina y áreas deportivas.

De lunes a viernes la guagua escolar trae temprano a los estudiantes que viven en comunidades aledañas como La Reforma, Julio Antonio Mella, Caolín, La Jungla y son retornados en la tarde a sus casas en el mismo transporte, con una auxiliar pedagógica.

Mientras espero la atención de la directora del plantel, escucho a  pocos metros el saludo amoroso de una maestra hacia dos pequeños de pañoleta azul. Allí estudian 64 alumnos desde el prescolar hasta noveno grado, de ellos, 61 con discapacidad intelectual y tres con retardo en el desarrollo síquico.

Yusimí Collado Valdés, quien dirige la institución hace 14 años, me recibe minutos después y con amabilidad conversa del funcionamiento del lugar, el trabajo integral del personal y el orgullo de pertenecer al sistema de la Educación Especial. Luego me muestra, sin miramientos, cada espacio de la Lázaro Mesa, todo limpio, en orden, cada quien en su labor, los alumnos en clases.

“De esa matrícula (64) tenemos siete educandos con atención ambulatoria y reciben clases en sus casas porque presentan discapacidades múltiples que les impiden asistir a la escuela; e igual número de infantes llevan vida interna (cuatro hembras y tres varones), por situaciones sociales, lejanía y otras razones.

“Están dispuestos los dos albergues, con sus camas personales, taquillas, baños, televisor…, dos auxiliares que los atienden desde las 4:20 de la tarde hasta las diez de la noche, entonces entran dos veladoras encargadas de vigilar el sueño y la tranquilidad, además del personal médico las 24 horas del día”, puntualiza.

Hay una plantilla de 53 trabajadores, de ellos 35 docentes, entre los cuales siete son jubilados reincorporados, quienes apoyan fundamentalmente en los talleres docentes donde preparan a los alumnos para la vida, prioridad de la enseñanza.

“Aquí –prosigue la directora Collado Valdés– trabajamos con los programas de la Educación Primaria, dosificados en nueve cursos, por ejemplo, el contenido de cuarto grado se imparte en séptimo. Nuestros niños aprenden, pero más lento, y al llegar a noveno los que tienen habilidades van a la Educación Politécnica, a la escuela de oficios Bruno Hernández, de donde salen graduados.

“Existen otros jóvenes que al llegar a ese grado no tienen la destreza suficiente porque su discapacidad intelectual es más profunda, con otras características; aprenden a leer y escribir, pero con más dificultad. A esos sí los tenemos en el centro hasta los 18 años (y algunos, de manera excepcional, hasta los 22) y entonces les damos tránsito para la casa y entregamos a la familia.

“Impartimos talleres de Artesanía, Carpintería, Confecciones, Técnicas básicas agropecuarias y Educación doméstica, en los cuales aprenden a trabajar con papier maché, hacer manualidades, elementos de madera, lo referente a la tierra, plantas, a coser, realizar las labores de una casa, lavar, limpiar…, oficios.

“Muchos se inclinan por una de estas actividades y culminan estudios en el Politécnico. Incluso quienes van para la casa a los 18 aprenden mucho, gracias al taller, de las labores domésticas”, refiere Collado Valdés mientras me muestra el local dispuesto para ello, simula una casa con sus muebles en cada área específica. Allí se juega a las casitas, pero de verdad, “y como les gusta”, puntualiza la directora.

El plantel tiene un claustro estable, con pedagogos dedicados por décadas al sistema especial, y también cuenta con varios jóvenes de graduaciones recientes de la formadora de maestros Martha Machado, insertados aquí desde sus prácticas preprofesionales; para marzo se incorporarán otros.

OBRA DE INFINITO AMOR

Al conversar con los trabajadores mientras recorro la institución distingo en sus palabras sentimientos similares: el orgullo de laborar en esta enseñanza, amor y dedicación por su profesión; el sentido de pertenencia es evidente en cada espacio aquí.

“La Educación Especial es mi vida –expresa Clotilde Vega Álvarez, coordinadora general de la escuela, con 41 años de experiencia–, estos infantes inspiran mucho amor y esa felicidad y gratitud que uno siente al trabajar con ellos, la familia y la comunidad son indescriptibles.

“Esta labor no es difícil, cuando comprendes sus sentimientos, emociones, deseos, uno es capaz de transformar su vida para bien, convertirlos en seres útiles, incorporarse a la sociedad, crear una familia, ello genera gran satisfacción; por eso exhorto a la juventud a inclinarse por esta carrera, es muy linda y gracias a Fidel nosotros hemos logrado mucho con nuestros niños”.

Ver a Ysianay, jovencita de 16 años, me hizo recordar cuando obtuvo premios en concursos nacionales y salió en primera plana del Victoria. Entonces era una pequeña de pañoleta roja muy contenta con sus lauros; ahora está culminando su noveno grado, hace prácticas en la cocina-comedor del centro y se incorporará en el politécnico Bruno Hernández para aprender oficio.

En el Taller de Artesanías sorprende ver lo realizado. Allí los escolares y hasta muchos trabajadores se relajan concibiendo manualidades: “Es un sedante, se te olvida el mundo” dice la maestra encargada Lucas Orquídea Leguen –una de las jubiladas reincorporadas– y subraya: “Esto lo hizo Marcos –muestra una lámpara empapelada–, si no lo ves trabajando no lo crees; con él se logró lo que nadie pensó”.

Marcos ya tiene 18 años y al culminar el curso se procederá a la entrega a la familia como está establecido; él no aprendió a leer y escribir como los demás, pero sí sabe poner su nombre y contar el dinero, además de otras habilidades como trabajar en la tierra y labores domésticas con supervisión.

“La experiencia en la Educación Especial es una maravilla, completa al maestro primario en su formación. Hay que tener mucha paciencia y amor, pues cada infante tiene sus características”, asevera la también alfabetizadora Reina Cumbá Osoria, quien pronto cumplirá 79 años. Ella junto a Orquídea muestran títeres confeccionados como medios de enseñanza para un festival donde obtuvieron premio relevante.

Observo las clases de Matemática de sexto grado del profe Leonardo Lazo y la de Español de Gleysi Menéndez Duboi, maestra de tercero graduada hace cinco años.

“El trabajo docente aquí es buenísimo, se labora en equipo, los profesores tenemos buenas relaciones, compartimos experiencias, nos ayudamos y apoyamos, igual a los estudiantes pedagógicos en prácticas; se tiene mucha paciencia, sensibilidad, calma para que los alumnos adquieran conocimientos básicos y puedan desarrollarse para una vida adulta independiente”, expresó Menéndez Duboi.

“Sí, es de las mejores cosas que tenemos, un claustro bien llevado. Si un docente debe limpiar o pelar ajo lo hace sin prejuicios, con sentido de pertenencia y los niños son como nuestros hijos…”, destaca Yusimí Collado.

En el 2020 la escuela obtuvo la Distinción por la Educación Cubana, y en el 2021 fue destacada municipal, además de premios en concursos y áreas específicas. Todos sienten orgullo.

“Cuando empecé en la Educación Especial me enamoré y de qué manera… –hace un gesto de regocijo–, por eso me quedé. Hay días en los que me paro en el pasillo, miro y digo: ‘¡Ay, qué linda mi escuela!’ Aquí me siento relajada, hay paz, tranquilidad”.

Orquídea y Reina muestran algunos medios de enseñanza.
Aula de tercer grado con su profe Gleysi Menéndez. Foto: Marianela Bretau Cabrera
La directora muestra el área de cocina del Taller de Educación Doméstica, donde se aprenden los quehaceres del hogar. Foto: Marianela Bretau Cabrera
Leonardo Lazo es uno de los siete jubilados reincorporados. Foto: Marianela Bretau Cabrera

Otros artículos del autor:

    None Found

Educación Isla de la Juventud
Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *