Con los cubanos todo era diferente

TODAVÍA resuenan en su corazón, como acabadas de escuchar, las palabras del Comandante en Jefe Fidel: “Ninguno va a cumplir un programa de preparación combativa ni a un paseo turístico. Van a combatir junto a la fuerza revolucionaria angolana y a defender ese territorio. Durante la travesía quizás el enemigo trate de interceptar el barco y los medios que ustedes llevan, ¡jamás se lo pueden permitir!

Si no pueden desembarcar en Luanda, háganlo por el Congo con la fuerza y medios; y si no pueden lograrlo en la composición actual, será a lo cubano: en guerrilla. Un solo tiro disparado por ustedes, ya es una victoria para ese glorioso pueblo.

Es posible que algunos de ustedes no regresen, porque así es la guerra. Quien no esté dispuesto a ir en estas condiciones, está a tiempo para decirlo, retirarse y no participar”.

Quizá no las pronunciara exactamente como las recuerda el combatiente, pero sí en ese sentido; la claridad absoluta de Fidel y la voluntariedad fueron normas para la misión iniciada aquel año 1975 en favor de la independencia de Angola, que ya se había puesto en práctica antes en Argelia.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

El teniente coronel de la reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Leandro Harriete González era entonces capitán y jefe de los 262 combatientes que componían la fuerza a su mando; de ellos, 148 pineros, que participaron en la Operación Carlota iniciada por Cuba a solicitud de Angola.

No fue su primera misión combativa, integró uno de los batallones de Lucha contra Bandidos en Yateras, Imías, Palenque y frente a la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo. Meses después formaba parte del batallón de refuerzo del territorio pinero en 1961. Aquí se forma en la especialidad de morteros, obuses y cañones, el primero de diciembre de 1975 cuando sale rumbo al sur de Angola –como parte de la Primera Agrupación de Tropas– era ya un experto jefe artillero. “Nuestro bautizo de fuego en tierra angolana  –recuerda– fue el 11 de diciembre de 1975.

Acompañaba al jefe de exploración para localizar dónde ubicar los puestos de observación en las inmediaciones del río Katofe, al sur de Quibala, fuimos detectados por los invasores sudafricanos; nos dispararon con cañones de 140 mm. El combate comenzó a las 11 de la mañana, duró hasta las cinco de la tarde y continuó al día siguiente, con el enemigo a 400 metros…”.

En las acciones del día 12 caen en combate nueve compañeros; de ellos, cinco de los pineros bajo el mando de Harriete. Abrieron fuego contra los racistas sudafricanos con la artillería reactiva BM-21. En la primera andanada, Harriete quedó inconsciente por media hora, con la mitad de la antena de su radio de comunicación cortada, pero aun así enlaza con las posiciones y continúa el fuego.

“Fueron momentos muy duros –rememora–, a unos 100 metros de los agresores nos convertimos de artilleros en infantes, peleando contra sus medios y blindados, hasta pararlos.

“Comenzamos a ganar terreno, ellos a retroceder, nosotros, fusil en mano, pa’lante hasta obligarlos a retirarse. La batalla del río Katofe fue nuestra tarjeta de presentación para los sudafricanos, África y el mundo: habían llegado los cubanos y todo sería diferente”.

Con 79 años cumplidos y memoria precisa, a Harriete lo honran hoy las medallas Combatiente Internacionalista de Primera Clase, Por la Victoria Cuba RPA, la Ignacio Agramonte de Primera Clase, por participar en la Lucha contra Bandidos, la Distinción Servicio Distinguido de las Far, y otras condecoraciones y reconocimientos.

Este combatiente resume así su experiencia internacionalista: “Vi la importancia de luchar por la liberación del hombre, de la explotación y la humillación en cualquier parte del mundo.

Angola me sembró muy hondo lo enseñado por Fidel: saber cumplir nuestros deberes con África y la humanidad, ayudar a otros cuando más lo necesitan sin buscar bienes materiales de ninguna clase”.

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