No recuerdo haberlo visto cantar con tanta solemnidad. Para cualquier periodista se pierde el hecho de entonarlo en la cotidianidad de los actos, matutinos, eventos…; en la mayoría de las coberturas está, pero este 20 de octubre retumbó como nunca antes en mis oídos…
Su letra, clamor hermoso y gallardo al combate, brotó de las gargantas de los trabajadores de la Casa de Cultura Municipal, de sus hijos y de los transeúntes presentes, con el mismo patriotismo que 150 años atrás.
El paseo Martí se estremeció sí, ante tanto respeto en el hecho ceremonial donde las notas salidas de los instrumentos de los integrantes de la banda municipal vinieron a ser protagonista, junto a las voces, de un momento irrepetible porque en toda Cuba, a la vez, se entonaba el Himno Nacional.
Himno de Bayamo, La Bayamesa, no importa como le llamemos porque para los nacidos aquí siempre será cubanía, espíritu rebelde e identidad. Por esa razón reunidos allí todos lo entonamos como nunca antes reverenciando también al Día de la Cultura Cubana que no pudo instituirse en fecha mejor, que en aquella cuando por medio de la poesía, porque eso es también nuestro himno, Perucho Figueredo llamaba a esos hijos ilustres de Bayamo a sumarse a la lucha por la independencia de la nación.
Este 20 de octubre fue fiesta repetida en cada pedacito de tierra de esta Isla de la Juventud; no solo celebraron los artífices, esos hacedores de arte renovador, sino también el pueblo todo, portador de la simiente de hidalguía de nuestros mambises, de la resolución de ¡Patria o Muerte! de los barbudos, los continuadores de la obra más memorable de Fidel Castro que es la Revolución cubana.
