Cómo enriquecer el suelo

Hay una norma de fertilización que es conveniente conocer: a falta de abonos químicos, diez kilogramos de materia orgánica deben ponerse al año, por metro cuadrado de tierra, para lograr producciones de calidad en canteros, huertos o parcelas.

No hablo de abonos naturales, de establo o corral, sino de algo más elaborado: humus de lombriz o compost.

Y como obtener el primero es más complicado, dedico al segundo estas líneas. El método permite aprovechar la basura generada por cualquier área de cultivo.

Compostador o “burro” típico a la intemperie. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Para hacerlo se emplean desechos de cosechas, aserrín si lo hubiera, hojas y ramas, textiles, cartón, papel y otros recursos. Veamos su elaboración por etapas:

En el fondo del compostador o “burro” pondremos un lecho de material leñoso de unos diez centímetros, para facilitar la entrada de aire al montón. Funcionará como colchón para los materiales y evitar se compacten. Al mismo tiempo colocaremos un trozo de tubería plástica o de metal a cada extremo, en contacto con el colchón de referencia; quedan así dos respiraderos para los gases.

Incorporamos los componentes bien mezclados entre ellos, tanto materiales verdes o frescos como leñosos o secos. Los restos vegetales bien triturados o cortados, cuanto más pequeños más rápido se descomponen. La cantidad de materiales frescos, en proporción doble al de los secos, así garantizamos una relación correcta carbono-nitrógeno, con oxígeno y humedad suficientes.

La temperatura del montón subirá. Para medirla se introduce por debajo del “burro” una cabilla o machete. Si al sacarla nos quema, el proceso va bien. Días después el volumen de los materiales y la temperatura descienden. Podemos agregar otros materiales, en la proporción dos a una. Los mezclamos bien con un rastrillo o pala. Mezclar, mezclar y adicionar siempre agua. Ese es el secreto.

Pasados seis meses el “burro” queda transformado en tierra vegetal de color marrón oscuro, textura grumosa y olor a bosque.

La tamizaremos para separar elementos que no se hayan descompuesto. Estos van de nuevo al compostador para seguir su proceso de descomposición. Una vez cernido el compost, lo dejamos reposar bajo techo de 15-30 días para dar tiempo a su maduración.

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