Coleros camuflados a la sombra de los más vulnerables

Foto: Internet

La covid-19, entre otras secuelas, saca a la superficie temas sociales a veces escabrosos: un lector sugiere el acercamiento periodístico a la situación que hoy motiva este comentario: “…discapacitados en las colas, ¿verdaderos o falsos?”

Y es que cualquier entorno viene bien para algunos –por suerte, una muestra ínfima– que ven en el derecho ajeno un reto para vulnerarlo y sacar ventaja gracias a su, muy personal “inventiva”. Son, en estos momentos, el remanente cada vez más en retroceso de los bien conocidos coleros, acaparadores y revendedores. Una especie casi en extinción, pero que todavía se resiste a desaparecer. Hicieron de las colas, o pretendieron hacer, un modo de vida, sin aportar los resultados de su trabajo a la sociedad pero, eso sí, beneficiándose de cuanto nuestro Estado pone a disposición de quienes aportan cada día un quehacer honroso.

Ahora pretenden mimetizarse a la sombra de un sector vulnerable de nuestra sociedad, los ciegos, sordos o limitados físico-motores. Y aprovecharse de un derecho que no les corresponde, refrendado en nuestras leyes para garantizar una vida mejor a quienes precisan de tal prerrogativa. Olvidan, además, que cualquiera de nosotros (de ellos, mejor dicho, o sus familiares) puede sufrir un accidente y de un momento a otro convertirse en una persona limitada, como ocurrió a tantos hoy discapacitados.

La relación de montajes en escena a que recurren con frecuencia para vulnerar el orden sin recibir la correspondiente contravención, es realmente sorprendente. Refiramos mejor cuáles son las barreras establecidas para contenerlos y desalentar su actuación.

En La Fe, segundo poblado pinero por su importancia y número de habitantes, la cantidad de asociados a la Aclifim sobrepasa los 200, agréguense a estos quienes integran la Ansoc y la Anci; o sea, sordos y débiles visuales.

Todos tienen carné de asociado –según Mercedes Planas Rivero, una de sus representantes en La Fe– y para los18 aprobados recientemente por la Comisión Médica, pero que no lo tienen todavía aunque ya son miembros en propiedad, se les dotó de un documento firmado y acuñado donde se hace constar que su carné está en trámites. Los encamados o quienes no pueden físicamente desplazarse y transitar tienen otro documento con el nombre y carné de identidad del miembro de su familia (no cualquier miembro) autorizado a realizar sus compras.

Basta, por tanto, que los integrantes del Grupo de Apoyo a la Lucha Contra Coleros, Acaparadores y Revendedores le soliciten uno de estos documentos para que los pretendientes a un derecho que no les pertenece queden automáticamente descartados.

Este es un tema muy susceptible, por supuesto, donde deben primar el tacto y la delicadeza en el trato con las personas. Exigir sí, cuando sea justo y preciso, pero sin tocar extremos. Reglas para todo, sirven para nada,sentencia un viejo adagio. Y entre los pocos ficticios habrá también quien no lo sea.

Es preciso reconocerlo a tiempo y apoyar su legítimo derecho a comprar como impedido, evitándole permanecer en la cola más tiempo del que en su caso sea estrictamente necesario.

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