Por Diego Rodríguez Molina
Como afirma Mario Benedetti, “cada ciudad puede ser otra/ cuando el amor la transfigura…/ … cuando el amor pinta los muros y de los rostros que atardecen/ uno es el rostro del amor.
“y el amor viene y va y regresa/ –insiste el poeta– y la ciudad es el testigo/ de sus abrazos y crepúsculos/ de sus bonanzas y aguaceros.”
Así ocurre con Nueva Gerona, la capital de todos los pineros, que a pesar de su juventud anda repleta de historias, asidas a Martí, al patriota Lacret y a la generación del Centenario martiano.
Está de fiesta esta semana por su cumpleaños 188 entre premios dedicados a su fundación, cantos y bailes alegrando calles y plazas, como lo ha hecho en la danza la mulata Iraida Aldama, una de las agasajadas, por más de tres décadas desde la creación, y por estos días mostrara la competencia de casino, que escogió entre los ganadores a parejas no solo de los barrios de la ciudad cabecera, sino también de La Fe y el caserío del Caolín.
Así de entusiasta y pintoresca son su gente, sus obras y sueños, desde Romanzas del barrio obrero, los versos con que el escritor Rafael Carballosa fue premiado, hasta el dibujo que ilustra esta página y le dedica a su terruño el artista Abelardo Echavarría, con un muelle que se nos antoja inmenso de pasión e identidad y donde atracan no solo los barcos, sino también esperanzas, ingenios y conquistadores de futuro.
También este suplemento se suma a los regalos a la capital de todos los pineros y que tiene el encanto de fundir en su rostro cubanía y amor a los cuatro vientos.