Cerrar el cerco a la ilegalidad

Hace alrededor de dos meses Cubadebate informó, para beneplácito de todos, acerca de las acciones implementadas en pos de lograr la recuperación y estabilidad en la producción de medicamentos, tema que ha mantenido en vilo a la máxima dirección del país y a cubanos en general, pues las crisis (sanitaria y económica), derivadas de la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo, han dado al traste con carencias significativas en este rubro.

Son precisamente las escaseces las que propician en ocasiones actitudes bastante alejadas del marco legal y permiten que emerjan personas dispuestas a lucrar con las necesidades de otras.

Hasta septiembre, ahora en menor medida, no era difícil encontrar a través de redes sociales un blíster de cualquier antibiótico o antidepresivo al exorbitante precio de 3 000  pesos –a veces incluso más–, mientras que en las redes de farmacias comunitarias estos se encontraban en falta, elementos que hacen preguntarse adónde vamos a parar como sociedad si perdemos el sentido de humanidad.

Pero más allá de la sensibilidad de cualquier individuo estas conductas indebidas resultan sancionadas por la ley, de ahí que, desde la Fiscalía, con una labor preventiva y de seguimiento a todos aquellos hechos que la ley tipifica como delito, se encarguen de ejercer la acción penal en representación del Estado ante estas faltas.

Foto: Yenisé Pérez Ramírez

De acuerdo con la fiscal jefa de Grupo de Procesos Penales e Investigaciones de la Fiscalía Municipal, la licenciada Oravia Torres Cabrera, siempre ha estado entre las indicaciones de esta entidad el tratamiento a los delitos vinculados con la comercialización de medicamentos, insumos médicos, material de curación y materias primas empleadas en la salud, pero, en medio de esta situación excepcional, se intenciona aún más el actuar ante estas prácticas.

“Existen delitos por los que se puede procesar a una persona ante el uso indebido de medicamentos, pueden ser receptación, actividad económica ilícita, especulación y acaparamiento, apropiación indebida y tráfico de drogas  –en el caso de que involucre a fármacos con efectos similares a las drogas como la Carbamazepina y la Amitriptilina–, la magnitud del delito hace que varíe su gravedad.

“La carencia de medicamentos generada por la pandemia actúa hoy como agravante en estos delitos, pues si bien nunca son permisibles, en este contexto complejo del país tenemos una tolerancia cero ante las conductas indebidas”.

El carácter insular y el hecho también de que la población en gran medida se conozca entre sí han sido quizá los elementos para que a nivel territorial no sea elevada la incidencia en este punto.

“En la Isla durante el pasado año se ha incurrido en los delitos de especulación, acaparamiento y receptación principalmente, tipificados en los artículos 230 y 338 del Código Penal.

“Es cierto que aquí no se ha visto tan marcada la ocurrencia de delitos que involucran medicamentos como en el resto del país, de hecho, podemos decir que, en medio de la pandemia,  la tendencia a estas conductas no ha ido en aumento. Resultan más comunes los cambios de un medicamento por otro a través de plataformas como Facebook o Telegram y, aunque tampoco son recomendables, en estos casos no intervenimos.

“No obstante sí permanecemos vigilantes y analizamos con mucho rigor cada caso que se nos presenta. Ni todo el que compra un medicamento es un receptador –para esto tiene que preverse que la procedencia del medicamento sea ilícita– ni cualquier individuo con acceso a estos en su centro laboral puede hacer uso de esta facultad en su provecho, cada situación lleva un análisis profundo”.

Si algo es innegable es la necesidad de perfeccionar los sistemas de control para el manejo de los medicamentos, esto bajo cualquier circunstancia, sobre todo ahora que, aunque el país realiza esfuerzos por estabilizar su disponibilidad, aún es un camino complejo.

Las cadenas de producción, transportación, almacenaje, dispensarización y venta del producto son muy importantes, pero también lo son la correcta prescripción por parte de los facultativos.

En un país como Cuba, donde las prácticas de la automedicación, las recetas por complacencia y el almacenaje particular –a modo de botiquín– de una amplia gama de fármacos resultan muy comunes, es doblemente difícil lidiar con el desabastecimiento.

Medidas como que cada paciente compre en la farmacia en la que está inscrito, con recetas bien prescritas, una mayor estabilidad y uso de los productos de medicina natural y la fiscalización de cada proceso son de gran valor, por tanto urge su correcta aplicación, de lo contrario no se logra su cometido.

Las necesidades de medicamentos ante una situación puntual donde no exista abasto, son reales, también lo son la compra y venta, pero lucrar con la salud y la vida no son privilegio de nadie y ante eso todos debemos cerrar el cerco.

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Isla de la Juventud
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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