Centavo a centavo

Por el aporte voluntario de los pineros pudo reconstruirse desde las ruinas el museo que evoca a Martí. Fotos: Archivo

Este 28 de enero, a 165 años del natalicio de José Martí, los pineros tienen el orgullo de celebrar los 74 años del nacimiento del primer museo de la isla, en la casa de la finca El Abra, que hoy es además Monumento Nacional y todo un símbolo de la estancia del Apóstol en el territorio que de hecholo salvó de los martirios de la cárcel y uno de los pocos lugares donde vivió Martí en su corta vida.

Pero hay otro hecho vinculado a ese sitio que honra al pueblo pinero, porque fue un movimiento de masas a favor de Martí lo que hizo posible ese hecho, que mucho contrastó con la desatención de los gobiernos de la seudorrepública, que a mediados del pasado siglo prometieron construir una escuela de oficios, la cual se quedó en la primera piedra, que aún está en ese acogedor entorno natural.

Mas, esa historia de cómo se rescató el emblemático inmueble que quedó en ruinas tras el ciclón de 1926, fue gracias a la creación de un Comité para aunar esfuerzos y conseguir el dinero necesario para la restauración, el cual fue constituido en los primeros días de enero de 1943, en los salones de la Sociedad Popular Pinera.

El pueblo aportó de manera voluntaria centavo a centavo durante una campaña encabezada por el honesto Juez Municipal Waldo Medina, apenas llegó a la Isla y de Elías Sardá, hijo del catalán protector del joven patriota. Gracias a eso de pudo reabrir parte de la casa como museo el 28 de enero de 1944.

La colección estaba formada por el mobiliario de casa, donado por los descendientes de la familia Sardá, constituida por la cama, el armario para la ropa, una lamparita de aceite, un pilón de madera y una cerradura con su llave, a los que se unieron dos cuadros al óleo de Martí y Sardá, pintados por Enrique Caravia y Domingo Ravenet.

Esos fueron los primeros pasos de esa simbólica instalación cultural, que con el triunfo de la Revolución no solo se hizo Monumento Nacional, sino que se vincula a escuelas y forma parte de la vida cultural de cubanos y visitantes de varias latitudes.

Los tres kilómetros hasta allí lo alegran hoy niños y jóvenes en su ir y venir, tras las huellas del estudiante José Martí que aquí llegó con apenas 17 años, luego de sufrir durante casi 7 meses el “dolor infinito” –según escribiera el– de los trabajos forzados en las canteras de San Lázaro y de la prisión en La Cabaña.

En este lugar, cuyas instalaciones fueron restauradas recientemente, pudo recobrar su salud el joven revolucionario, antes de partir para el destierro a España en enero de 1871, a pocas semanas de partir de este terruño para La Habana.

 

Foto: Archivo

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Historia Isla de la Juventud
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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