Cañones de Cabezo Zambo en Isla de la Juventud

“Cabezo Zambo siempre fue un lugar de alto valor arqueológico, submarino”,  nos precisa un buen conocedor de aquellos lares, Rolando Gotera González, y agrega: “En esa zona el archipiélago de Los Canarreos está como alineado y Zambo sobresale en punta, una especie de cordillera de arrecifes bajo el agua, al suroeste de Cayo Ávalos”.

El último naufragio ocurrido allí, en nuestro tiempo –agrega–, fue el de un gran carguero mexicano que transportaba cemento. Se desvió apenas un tanto de su ruta e impactó contra aquella trampa mortal, invisible porque no hay rompientes a la vista y por lo mismo culpable de tantos naufragios a lo largo de casi trescientos  años.

El encontronazo fue tan grande que aquel barco, todo de acero, se partió en dos y la mitad delantera salió proyectaday vino a quedar a unos cincuenta metros del resto. Ya podrás imaginarte como serían los choques cuando se trataba de naves con cascos de madera.

En su primera visita a Zambo, Gotera nos dice haber contado más de 70 cañones. Años después, cuando regresó, ya no eran tantos.

–¿Qué rumbo, piensas, cogieron ya no están?

Algunos fueron a dar a Cayo Largo, eso me consta–precisa–. Los cañones de bronce que están en La Marina salieron de allí. Los demás… ¡vaya usted a saber quién le coge la huella a eso!  Aquella es una zona muy pegada al tránsito internacional, alejada de la orilla y por lo mismo con difícil control; para cualquier extranjero es una tentación. Se vende muy bien, en cualquier parte, un legítimo cañón de bronce vinculado al esplendor de la piratería en el Caribe.

ENARBOLAR VALORES PATRIMONIALES PROPIOS

Rolando Gotera dedicó más de cincuenta años al estudio y conservación  de los valores patrimoniales que atesora nuestro territorio. Fue  además quien puso a punto y dirigió por muchos años la atención a los cruceros turísticos, con escala en Puerto Francés.

Aunque por razones de espacio debamos resumir la interesantísima entrevista que nos concediera, destacamos algunos de los aspectos que enfatizó, vinculados a otros intereses para el territorio.

Los cañones de hierro que engalanan el bulevar de Nueva Gerona se están descamando como pasteles de hojaldre y dentro de poco se habrán desintegrado. Hierro que estuvo debajo del mar por años, al entrar en contacto con el oxígeno y sin tratamiento de conservación… no perdura. ¿Por cuáles los vamos a sustituir? Vale preguntarse.

Necesitamos además bronce para la escultura de José Martí adolescente que Alberto Lescay Merencio prometió realizar cuando acopiemos el metal, y que desde siempre fue un reclamo museológico en la Finca El Abra.

Y por último, ¿no ganaríamos mucho, como atracción turística –y buena falta nos hace tener con qué atraer la curiosidad del turista–si en esta, la Isla de los Piratas, tuviéramos un parque con la artillería propia de aquellos tiempos? En Santiago de Cuba, en el Castillo del Morro, y no es ocioso recordarlo, existe el Museo de la Piratería…

En Cabezo Zambo la variedad de cañones, tipos y calibres, es tal que permitiría montar un surtido muestrario, único en el Caribe. Dejar que continúe perdiéndose esa posibilidad es imperdonable para una generaciónllamada a rescatar y enarbolar valorespatrimoniales propios.

(*) Colaborador y miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba.

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