Confieso que he estado en el Palacio de Convenciones en otras oportunidades, pero jamás en un congreso, de estos eventos tan solo tenía referencia por mis profesores en esta hermosa carrera a la que llegué (por fortuna) gracias a la decana del periodismo impreso en la Isla: Mayra Lamotte Castillo, nuestra Mayrita.
Pues sí, asistí como delegada al X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) que tuvo lugar los días 13 y 14 del mes en curso en La Habana y revelo que lamenté no ver en la presidencia al periodista mayor: Fidel y al querido Antonio Moltó, presidente de honor de la organización, quien antes de morir nos dijo, como siempre, hablando claro, que la Upec servía para darle luz al país.
No obstante, en la clausura estuvo Miguel Díaz-Canel, el joven y actual presidente que se afianza en la dirección del país con un estilo propio. Aunque me quedé con las ganas de un intercambio con los delegados, puedo decir que entró al plenario sonriente, saludando a colegas conocidos y asegurando su pronta presencia en twitter, porque bien sabe que hay combates que se libran desde esa red social.
Fueron jornadas de intensos debates, en especial al calor de la aprobación de la Política de Comunicación y el proyecto de prensa que necesita Cuba, ese que refleje la nación con todos sus matices, desde los sobrecumplimientos de los planes productivos, los cuantiosos recursos empleados para la educación y salud gratuitas, hasta la emigración o los actos de corrupción y desvíos de recursos que laceran la economía, entre otros temas peliagudos.
Es verdad, los periodistas, esos que muchos consideran todopoderosos por creerlos capaces de resolver no pocas negligencias, tienen ante sí un sinfín de retos, sobre todo en una Cuba asediada y donde más de cinco millones de habitantes poseen acceso a las nuevas tecnologías para subir cuanto contenido deseen.
Por ello se hablaba en el Congreso no solo de la inmediatez sino en qué condiciones se encuentra la prensa para lograrla. Ahí salieron a relucir los medios que andan detrás de la noticia sin transporte, con carencia de recursos indispensables para la profesión y redacciones casi vacías porque varios son los profesionales que optaron por ofertas más tentativas.
Y sí, una vez más se volvió a hablar del deprimido salario. Y una vez más quedó como asignatura pendiente. Pero el tema va más allá de tener abultado el monedero o la cartera, tiene que ver con una obsoleta Resolución (89) que no incentiva a la creación, con una inadecuada estructura para la prensa, plantillas que no reconocen varios roles importantes hoy en el desempeño reporteril, entre otras cuestiones.
El legendario Gabino Mengana, del periódico Trabajadores, defendió el criterio de considerar las colaboraciones en otros medios para la jubilación, a la cual no se ha querido acoger porque la cuenta no le acaba de dar. Mientras él hablaba yo pensaba en nuestra Mayrita, quien con pasos lentos llega al Victoria y no hay quién le hable del asunto porque todavía alberga la esperanza de mejorar su chequera.
Todos estos problemas y otros más fueron reconocidos, incluso, por el mandatario cubano en las conclusiones, donde destacó, además, que los periodistas tienen el mérito indiscutible de haber sostenido la voz de la nación en las circunstancias más adversas, con admirable lealtad, responsabilidad, talento e inteligencia.
Con ese reconocimiento y ahora con una Política de Comunicación, que deberá tener un cronograma para medir su cumplimiento y eficacia, podremos pensar en que la lucecita puede salir del final del túnel.
Mientras tanto, colegas, fortalezcamos más la Upec, digamos sí cuando otros digan no y pongámosle bomba (corazón) al periodismo no solo para informar, argumentar o explicar, sino para revelar historias de vida que muestran a Cuba o a la Isla tal cual.
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