Bayamo, ciudad antorcha

¡Prendámosle fuego al pueblo! ¡Qué las cenizas de nuestros hogares les digan al mundo de nuestra firme decisión de liberarnos de la tiranía de España! ¡Qué arda la ciudad antes que someterla de nuevo al yugo del tirano!

Esa madrugada del 12 de enero de 1869, tras la ferviente arenga –horas antes– en el ayuntamiento, más de 7 000 bayameses quemaron sus residencias, casas, edificios públicos, chozas, las cuales ardieron casi al unísono, y familias completas; hombres, mujeres, ancianos y niños –con lo que pudieron cargar– se internaron en los montes para protegerse y vivir arriesgadas jornadas en abierto desafío al hambre, las enfermedades y buscando burlar el asedio de las tropas del régimen español.

Consta en algunas bibliografías que en la segunda villa cubana fundada en 1513 por Diego Velázquez existían unas 1 400 viviendas caracterizadas por su arquitectura colonial que fueron devoradas por las llamas y solo quedaron en pie 114, así como escasos trozos de edificaciones como la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, junto a la iglesia.

Durante 85 días, había sido el cuartel general y la primera capital de la República de Cuba en Armas, eje principal de la lucha por la independencia de la Isla, bajo el mando de Carlos Manuel de Céspedes, su capitán general, quien con su tropa había tomado esa plaza militar el 20 de octubre de 1868.

Muy orgulloso se sintió Pedro (Perucho) Figueredo, cuando su hija  Candelaria (Canducha) entró a Bayamo montada a caballo, vestida de blanco y con el gorro frigio como abanderada del Ejército Libertador.

En la referida etapa se elevó la voluntad de pelear por la libertad, la causa ganó numerosos adeptos y el poeta revolucionario Pedro (Perucho) Figueredo memorizó desde su cabalgadura, a un reclamo del pueblo, los versos de lo que luego sería nuestro Himno Nacional.

Al transcurrir los días, informado Céspedes del avance en columna cerrada del jefe de Operaciones en Oriente, Blas de Villate, conde de Valmaseda, le da instrucciones al general Donato Mármol para que marchara a enfrentársele; luego de intensos combates se impuso la superioridad del armamento enemigo.

Mas, el Conde Valmaseda no pudo recuperar aquel bastión porque ante la inminencia de la caída de la ciudad, los lugareños provocaron el incendio y así los sueños del sicario se desvanecieron porque solo encontró ruinas humeantes y escombros. El ejemplo de la Ciudad Antorcha se replicó en otras urbes y pueblos de Cuba.

Este conmovedor y memorable episodio de la Guerra de los Diez Años demostró la valentía, decisión y patriotismo de los cubanos  de no rendirse a la metrópoli española.

El incendio de Bayamo marcó el inicio del  proceso formativo de la nación y de nuestra nacionalidad, pues al confluir en la manigua intelectuales e ilustres patriotas como  Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo,  Juan Clemente Zenea, José Joaquín Palma, José Fornaris, María Izaguirre, Luz Vázquez –La Bayamesa– con los más humildes moradores de la ciudad se comienzan a realizar préstamos culturales inéditos hasta ese momento, además de estar todos unidos por  los ideales independentistas.

A 150 años de la quema de la ciudad de Bayamo, hoy Monumento Nacional, las enseñanzas de unidad, desprendimiento y patriotismo a toda prueba de sus protagonistas cobran vigencia y perfectamente se imbrican con la rica historia constitucionalista de Cuba, a solo unos días del Referendo Constitucional por el cual todos iremos a las urnas el 24 de febrero por el SÍ.

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Historia Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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