Bautismo de fuego del Ejército Rebelde

Aquella dramática circunstancia de los expedicionarios del yate Granma de desembarcar por una ciénaga infernal, en Los  Cayuelos, Las Coloradas, causa el agotamiento físico extremo de los 82 tripulantes, dirigidos por el joven líder Fidel Castro Ruz. Luego de tres días de camino, el ataque del ejército sediento de sangre del dictador Fulgencio Batista sorprende a la bisoña tropa en un descampado, donde esperaba la noche.

Lo sucedido en ese inhóspito lugar de la geografía oriental lo narra Ernesto Guevara La Serna en su libro Pasajes de la Guerra Revolucionaria. Él tiene la disyuntiva de ser médico o soldado, elige  lo segundo, al recoger la caja de balas.

En el texto el Che describe: “En la madrugada del día cinco eran pocos los que podían dar un paso más: la gente desmayada, caminaba pequeñas distancias para pedir descansos prolongados. Debido a ello se ordenó un alto a la orilla de un cañaveral, en un bosquecito ralo, relativamente cercano al monte firme. (…)

“(…) Cuando sonó un disparo; una diferencia de segundos solamente y un huracán de balas (…) se cernía sobre el grupo (…) Sentí un fuerte golpe en el pecho y una herida en el cuello; me di a mí mismo por muerto (…)”.

En medio de la balacera uno de los esbirros grita: — ¡Ríndanse! ¡Ríndanse! —a lo que el capitán Juan Almeida Bosque responde: “¡Aquí no se rinde nadie!”. Frase que mantiene en alto el ideal revolucionario y en uno de sus discursos el General de Ejército Raúl Castro Ruz al referirse a esta, manifiesta: “(…) Simbolizó entonces, y simboliza hoy, el ideal inclaudicable de los revolucionarios cubanos de no rendirnos jamás (…)”.

Monumento al bautismo de fuego del Ejército Rebelde en Alegría de Pío, municipio de Niquero

El Combate de Alegría de Pío, del cinco de diciembre de 1956, resulta el bautismo de fuego del naciente Ejército Rebelde y por la sorpresa, el cansancio y la inexperiencia de la bisoña tropa, asesinan a la mayoría de los combatientes al caer prisioneros y se pierden casi todas las armas, pero los esbirros no pudieron matar la inquebrantable voluntad de reagruparse en la Sierra Maestra y liberar a la Patria y a su glorioso pueblo.

Otros artículos del autor:

Historia Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *