África me estremece

Todavía los pineros recordamos a los estudiantes de diversos pueblos africanos que llegaron siendo niños y adolescentes para formarse como profesionales en varias especialidades

“La guerra nos hizo mucho daño, al final no pude seguir mis estudios, allá pude haberme convertido en médico, ese dolor lo llevo muy dentro; hoy no sé si mis hijos más pequeños puedan continuar los suyos, vamos a ver qué pasa mi hermanita porque la situación no está fácil, pero yo tenía que saber de ustedes, siempre los recuerdo con mucho cariño por eso esta llamadita rápida…”
Escucho a través del teléfono la voz de mi hermanita angolana, su llamada no deja de estremecerme cada vez que ajusta su deprimida economía para estar al tanto de su familia cubana, esa que como muchas acá, en la Isla de la Juventud, le dio cobija, amor y enseñanzas a cientos de estudiantes del continente africano, Asia y América Latina.
Corría la década de los ochenta cuando comenzaron a llegar los primeros grupos de estudiantes de una veintena de países: Cabo Verde, Guinea Bissau, Etiopía, Sudán, Angola, Mozambique, Namibia, Congo, Burkina Fasso, Sahara…
Muchos tenían cuerpos de niños y adolescentes; en sus rostros cargaban el peso de la tristeza, el dolor de las penurias, la guerra y las desigualdades engendradas por el capitalismo y las políticas neoliberales.
Todavía los pineros los recordamos en esos planteles educacionales, convertidos en la casa grande, donde no solo aprendieron a dominar el idioma español sino que vencieron estudios, se hicieron técnicos, profesionales y hasta llevaron su cultura y tradiciones.
Pasan los años y aunque no abunda en nuestro territorio aquella masividad de alumnos de diversas regiones, nos estremecen sus cantos, combinación de lenguas y aquellos bailes típicos que nos hacían tanto mover el cuerpo como recordar a nuestros ancestros.
En ese contexto, Cuba demuestra su respeto por ese continente y amplía los vínculos de colaboración iniciados con el apoyo a los movimientos de liberación nacional surgidos en la década del 60, contribuyendo hasta con su propia sangre a la independencia de varios pueblos.
Actualmente suman más de 32 000 los profesionales graduados en disímiles especialidades. Por su parte miles de especialistas cubanos laboran en África en la construcción de infraestructura, deportes, educación, agricultura, biotecnología, y de manera exitosa productos farmacéuticos de la isla caribeña contribuyen a luchar contra enfermedades prevenibles.
Sí, porque a pesar de sus riquezas, explosión de vida y belleza natural, abunda el sufrimiento por el sufrimiento que provocan la pobreza, el VIH / SIDA, la inseguridad alimentaria, el subdesarrollo y los conflictos armados.
Por solo citar algunos ejemplos, según informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) entre los últimos 50 países con el Índice de Desarrollo más bajo, 40 son africanos; de las  936 millones de personas viven en África, 315 millones lo hacen en la pobreza, 460 millones tienen dificultades para alimentarse y 50 millones pasan hambre crónica; mientras más de 78 millones de niños están sin escolarizar, la mayor parte, son niñas.
Varios líderes africanos con voluntad política trazan estrategias en busca de soluciones duraderas a antiquísimos problemas, pero estas son obstaculizadas por potencias extranjeras que dominan sus economías e instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Hoy es el Día de África y Cuba lo celebra con la convicción de profundizar los lazos de hermandad y cooperación con los pueblos de ese continente, inmenso en el desafío de garantizar un mundo mejor para sus hijos.

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Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

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