Encantados quedan los viajeros con la belleza del montañoso parajey la impronta de los habitantes del asentamiento Cinco Palmas quienes solícitos los conducen al sitio donde se funden en un abrazo los inseparables hermanos Fidel y Raúl, el 18 de diciembre de1956.
Cada lugareño a su estilo narra al visitante detalles del rencuentro en la finca El Salvador, de Mongo Pérez, donde como los dedos de las manos de una palma salen otras cuatro las que también sirven de testigo del vaticinio del Máximo Líder: “Ahora sí ganamos la guerra”, al contar los hombres y las armas a su alcance.
Fidel tiene la seguridad de conseguir la victoria si llegaba a la Sierra Maestra: “Si salimos, entramos, si entramos, llegamos, si llegamos, triunfamos”, aunque en un primer momento lo impidieron las adversidades.
Tras el desembarco de los 82 expedicionarios del yate Granma y el sorpresivo ataque de las tropas de la tiranía en Alegría de Pío, Guillermo García Frías, de origen campesino e integrante del Grupo de Apoyo organizado por Celia Sánchez Manduley, es un factor clave para que los revolucionarios sobrevivientes pudieran reagruparse en Cinco Palmas. Allí Fidel ordena la recogida de las armas que los tripulantes habían dejado dispersas antes de reagruparse. Entre el 19 y 21 llegan Almeida, Che, Camilo, Ramiro y tres compañeros más. Reciben balas, dinamita, armas, noticias, libros… y la fuerza rebelde se interna en la Sierra Maestra.
A su vez, envían mensajes a Celia Sánchez Manduley y a Frank País García, decisivos puntales para sostener la lucha guerrillera.
Celia aglutina a pobladores de Manzanillo, Niquero y Campechuela y familias campesinas de raíz patriótica como la de Crecencio Pérez Montano; en tanto, Frank envía un refuerzo de más de medio centenar de combatientes, armas, parque, ropa y otros medios, así surge el combativo Ejército Rebelde.
La guerra de liberación abarca a todo el país, tanto en zonas rurales como urbanas. Los combatientes con Fidel al frente derrotan militarmente a la tiranía, provocan el colapso del régimen y toman el poder que lleva a la victoria del Primero de Enero de 1959.
Al cabo de 65 años de aquel entrañable abrazo entre hermanos lo mantiene triunfante la Revolución Cubana y perdurará siempre.
