A Gil le sobra amor por la vida

Foto: Yenisé Pérez Ramírez

De un momento a otro, sin quererlo, Ricardo Gil Cala se convirtió en el desvelo de un pueblo entero. Durante diez días –los que duró en estado grave– los partes sobre su evolución y los deseos de que saliera victorioso de su batalla contra la muerte fueron el interés común entre los pineros.

Con sus 81 años, una enfermedad pulmonar crónica y un corazón descompensado a raíz de una cardiopatía isquémica, sus posibilidades de sobrevivir eran escasas, pero él dio pelea y ganó. La covid-19 no pudo frente a sus deseos de seguir viviendo.

Este hombre, revolucionario hasta la médula desde que era casi un niño, siempre apostó por las conquistas alcanzadas después de 1959 entre las que están el Sistema Nacional de Salud Pública, el mismo que lo devolvió a su familia, amigos y a esta tierra insular que lo acogió como un hijo desde su llegada en 1966.

“Fidel tuvo la visión de un sistema de salud gratuito y accesible a todos y yo te puedo dar fe de que la continuidad de ese ideal está garantizada. No fue solo la profesionalidad, sino el amor con el que me atendieron todos, en especial el médico Yordanis y las enfermeras Belkys y Mayi”, afirma.

“Cuando salí del hospital y me preguntaron qué sentía por el personal de salud solo pude decir gracias –me dice mientras las lágrimas comienzan a asomarse a sus ojos y tiene que respirar profundo para recomponerse– el aplauso de cada noche es más que merecido porque el vilo en el que se mantiene cada equipo de trabajo no se puede cuantificar.

“Que sin pagar un centavo los profesionales de la salud se arriesguen por salvar la vida de su pueblo y la de personas desconocidas en otros países es algo que solo una nación tan humanista como Cuba es capaz de hacer.

“En mi caso creo que en ningún momento tuve miedo a morir por dos motivos, uno es que a pesar de estar reportado de grave nunca tuve síntomas tan serios, o al menos yo no los sentí, imagínate que en esos días yo me entretenía jugando al solitario con mis cartas, aun habiendo infartado en la sala de Terapia Intensiva.

“Y la otra razón es porque vi de primera mano cómo los especialistas estaban cada segundo pendientes de mí y de qué tratamiento podía ser el más efectivo, si dependía de su esfuerzo mi vida estaba segura”.

Foto: Yenisé Pérez Ramírez

Para él el 26 de abril pudo haber sido solo un día más en el almanaque hasta este año, sin embargo ya nunca más pasará desapercibida esa fecha. Ataviado aún con su ropa de hospital y transportado con todos los cuidados necesarios en una ambulancia, ese día Gil regresó a casa, a los vítores de sus vecinos, a su vida.

“Mi día a día hoy es como el de cualquier jubilado, cumplo con las medidas orientadas porque sé lo que es contagiarse con la enfermedad, pero eso no me limita de hacer los mandados, jugar mi dominó cada mediodía e incluso y aunque no es recomendable, fumarme mi cigarrito de vez en vez”, asegura.

“Hoy valoro más la vida porque tengo la constancia de que se puede perder en un instante y aún me queda mucho por disfrutar de mi familia, de mi traguito de ron cada mañana –por prescripción médica especifica– y de mi país”.

En las estadísticas locales Gil aparece como la persona más longeva en haber adquirido la covid-19 y aunque han transcurrido cinco meses sin casos positivos aquí, sabe que continúa siendo parte de una población de riesgo.

“Cada vez que estoy en una cola o a la espera para hacer alguna gestión trato de que quienes estén a mi alrededor sepan de la gravedad que implica no tomarse las medidas en serio. Esta enfermedad mata y puede estar en cualquiera sin que lo sepamos. Por eso a los pineros mi mensaje es que la disciplina y el cumplimiento de lo orientado son la única garantía de que estemos libres de coronavirus.

“Ahora que estamos en la jornada por el Día del Adulto Mayor, especialmente a este grupo le aconsejo no salir de casa a menos que sea necesario y si lo hacen, siempre con su nasobuco. Las personas más susceptibles al virus son los ancianos y aquí las autoridades se encargan de protegernos, pero también depende de nuestra responsabilidad”.

En una entrevista dijo que cuando fue dado de alta colocó en el portal de su casa una bandera cubana y que nunca más la quitaría, Gil ha mantenido su palabra.

“Para mí tener esa bandera ahí significa mucho, es la muestra de que seguimos con Cuba, con sus dirigentes, es mi apoyo a la unidad de este pueblo, que es la garantía de vencer la pandemia, pero también de continuar con un proceso revolucionario único en beneficio del pueblo”.

Yordanis Pérez, el médico que lo atendió, dijo en una ocasión que Gil tiene buena biología, pues se recuperó a pesar de su avanzada edad. Al ver su energía por encima de los achaques que los años traen consigo yo diría más, a Gil le sobra amor por la vida.

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Edad Plateada 2020
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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