Morir por la Patria es vivir

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El abogado Pedro Felipe Figueredo Cisneros (Perucho), creador de La Bayamesa, actual Himno Nacional de Cuba, nació en Bayamo el 18 de febrero de 1818, en una ilustre familia.

Fue uno de los principales organizadores de la Guerra de los Diez Años, por lo que su casa devino centro de las conspiraciones separatistas en su ciudad natal.

En una etapa de su vida cursó estudios de solfeo, violín, y sintió gran afición por la música, aprendizaje que le permitió complacer a sus compatriotas cuando le dijeron: “Ahora te toca a ti componer nuestra Marsellesa (himno nacional de Francia)”.

Al conocer que el diez de octubre de 1868 el propietario del ingenio La Demajagua se alzó en armas, liberó a sus esclavos y los incitó a pelear por la redención de Cuba, Figueredo decidió secundarlo y comentó: “Me uniré a Carlos Manuel de Céspedes y marcharé a la gloria o al cadalso”.

Entonces se sumó con sus hombres a la contienda y participó en la toma de Bayamo, que pasó a ser cuartel general del naciente Ejército Libertador.

La victoriosa tropa insurrecta recibió los vítores del pueblo al desfilar por sus calles: al frente iba Canducha Figueredo, vestida de libertadora, enarbolando una bandera y escoltada por su padre, Perucho, y por el Padre de la Patria. Detrás marchaban, entre otros, Maceo Osorio, Luis Marcano, Donato Mármol y José Joaquín Palma.

Efusiva la multitud tarareaba la marcha guerrera compuesta por el patriota unos meses antes, quien apremiado por sus coterráneos, aún sobre la cabalgadura, lápiz en ristre, improvisó en un papel unas estrofas: “Al combate, corred, bayameses/ que la Patria os contempla orgullosa. / No temáis una muerte gloriosa,/ que morir por la Patria es vivir…”.

El 12 de enero de 1869, luego de tres días de intensos combates contra el enemigo, los revolucionarios y las familias bayamesas en heroico gesto acordaron incendiar la ciudad antes que rendirla a las huestes españolas.

La Asamblea de Guáimaro en su sesión del 11 de abril del propio año lo designó Subsecretario de Guerra del Primer Gobierno de la República en Armas, con grado de Mayor General.

El enemigo lo sorprendió cuando se hallaba enfermo con fiebre tifoidea en compañía de su familia en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas, el 12 de agosto de 1870, y lo hizo prisionero, a pesar de su resistencia y a su lado quedaron confinadas sus hijas.

En Santiago de Cuba un consejo de guerra lo condenó a muerte. El Conde de Valmaseda le ofreció el indulto a cambio de la promesa de no hacer armas contra España y no lo aceptó.

Solo siento, dijo a sus jueces, “no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra de redención que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos.

“Cuba está ya perdida para España, les expresó con profunda convicción, el derramamiento de sangre que hacen ustedes es inútil y ya es hora de que reconozcan su error”.

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Lo fusilaron el 17 de agosto de 1870. Ante el pelotón, Perucho Figueredo tuvo aún fuerzas para cantar: “(…) morir por la Patria es vivir”.

Fracasada esa etapa por la independencia nacional, José Martí  reinició posteriormente los preparativos para una nueva lucha insurreccional y como parte de estos quiso publicar la partitura de la pieza patriótica –conocida todavía como La Bayamesa–, en el periódico Patria, voz de la Revolución, en 1892.

Por la conmemoración del bicentenario del natalicio de la relevante figura de la historia Patria, los pobladores de Granma y toda Cuba le rinden tributo con diversas actividades a lo largo del año como el evento teórico Pedro Figueredo en el alma de la Nación Cubana y una estatua ecuestre fundida en bronce a tamaño natural del escultor santiaguero Alberto Lescay perpetuará la memoria del héroe en la Plaza del Himno de Bayamo.

 

 

 

 

 

 

 

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Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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