Confesiones de Chelo a los 100

–“Me siento feliz de llegar a los 100 años, muy alegre de estar con la familia y mis vecinos, todos muy contentos como si cumplieran ellos…”

Foto: Diego Rodríguez Molina

Lo afirma y sonríe con la picardía de una muchacha de 15 años Aracelis Sánchez Espinosa, más conocida por Chelo, en el CDR 2 de la zona 80, en Saigón, Nueva Gerona, donde los cederistas, federadas y las máximas autoridades del Partido y de la mayor organización de masa aquí, la sorprendieron con golosinas, canciones interpretadas por niñas y un homenaje que cuidó en extremo el distanciamiento y otras medidas.

Foto: Diego Rodríguez Molina

–“Mi barrio me ha dado sorpresas que ni imaginaba en este centenario, al que yo sí esperaba llegar, pero no tan bonito”.

–¿Y cuál es su secreto para llegar a los 100 años?, indago.

–“Hacer bien a los demás y llevarme con todos. Yo siempre tengo una sonrisa para quienes me rodean y en lo que hago…”, dice ella, pero aclara que sin dejarse de proteger frente a la covid, “por eso ni salgo de casa”, advierte muy clara del peligro que corre afuera.

–¿Cómo recibió las dosis del candidato vacunal Abdala?

–“Ya me las puse y me han dejado de lo mejor, no tuve reacción ninguna, solo un poco de sueño en una dosis, pero descansé. Las enfermeras y médicos me atendieron muy bien aquí en casa”.

–¿Confía en ese candidato vacunal?

–“¡Mucho, mucho!, y más siendo cubano.

–“Yo nací en Lajitas de Media Luna, en Manzanillo, el seis de junio de 1921”, expresa al rememorar sus orígenes en el oriente cubano.

Entre los recuerdos que pasan por su mente menciona de cuando aprendió a leer en etiquetas de botellas y latas, a Celia Sánchez Manduley y a su padre, el doctor rural Manuel Sánchez Silveira, quien fuera su primer médico, y de quien dice que “me enorgullezco de él porque era muy bueno y servicial, un hombre del pueblo, que su hija antes de unirse al Ejército Rebelde lo ayudaba en consultas, que no acostumbraba a cobrar”.

Tampoco olvida a varios rebeldes que llegaban a su casa donde ella les preparaba arroz con gallina, puerco asado en púa, café…, y entre los combatientes que bajaban hasta allí recuerda no solo a Celia, sino también a Fidel y Vilma Espín, la heroína que fuera presidenta de la FMC.

Al preguntarle por el Comandante en Jefe acompaña su respuesta con un ademán de admiración: “Fidel para mí significa mucho, un hombre que sigue siendo grande, guía y el mejor Presidente que hemos tenido”.

Luego destaca que desde hace tres décadas vive en la Isla de la Juventud y confiesa que “todavía acostumbro a lavar algunas ropitas, cocinar, cuidar el jardín, planchar y realizar otras tareas, pues soy inquieta”.

Indago por su apetito y afirma tras reír a sus anchas: “No dejo nada, así me pongan piedra blandita –afirma con sentido del humor–, ninguna comida me hace daño”.

Comenta con orgullo de su descendencia: “Seis hijos, ocho nietos y 14 biznietos…con quienes me encanta estar” y revela: “No me gusta bailar, ni tomar bebidas alcohólicas…, pero sí escuchar música y ver bailar me divierte”.

Chelo no quiere concluir la conversación sin “aconsejar a los jóvenes a que estudien, trabajen, respeten y aprovechen las oportunidades de hoy”.

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Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Tiene más de 40 años en la profesión

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